Desde una tienda de campaña que se monta en dos segundos a una máscara de snorkel que permite comunicarse debajo del agua. De un gel envuelto en una membrana de algas y plantas para ingerir durante carreras de resistencia y sin generar residuos, a un traje de caucho natural que sustituye al neopreno de caucho sintético procedente del petróleo. La estrategia de innovación de Decathlon ha pasado de buscar la practicidad del producto que predominaba años atrás a atacar el núcleo del ecodiseño. ¿En juego? Ser competitivos en la carrera por producir de manera sostenible y eficiente.
La punta del iceberg de esa estrategia es el Reveal Innovation, un evento anual organizado por el gigante galo para elegir los productos más innovadores concebidos en la compañía. La base del bloque de hielo está compuesta por un equipo formado por 1.000 ingenieros y 390 diseñadores que crean 70 productos innovadores cada año, algunos de los cuales llegan al lineal de las tiendas en un plazo de 24 meses. “La innovación es la piedra angular de nuestro negocio”, afirma Barbara Martin Coppola, consejera delegada de Decathlon.
No es para menos. La compañía se ha comprometido a que en 2026 todos sus productos sean ecodiseñados con materiales de menor impacto en el planeta y con procesos de producción más sostenibles. También busca anticiparse a los cambios en los hábitos de consumo y uso, y ello pasa por adelantarse a las necesidades futuras, como ocurrió en 2003 con la tienda de campaña 2 Seconds, que se prototipó un año después y fue un éxito de ventas ya bien entrado el siglo XXI.
En parte, el Reveal Innovation busca reconocer los proyectos más novedosos y visibilizar el trabajo realizado en la compañía, que en 2022 registró 70 patentes fruto de esta ofensiva pro innovación llevada a cabo en los nueve centros de desarrollo de la compañía.
Decathlon lanzó en 2005 los Innovation Awards, que hoy día cuenta con cuatro categorías: innovación de diseño, técnica, de uso y medioambiental
Entre ellos están el B-twin Village de Lille, dedicado a la movilidad urbana y el ciclismo; el Kipstadium, para deportes de equipo; el Tribord Sailing Lab y el centro de deportes acuáticos, ubicados en la costa atlántica y en Hendaya, respectivamente; la Mountain Store de Monblanc, en los Alpes; el Decathlon Campus, que desde 1994 opera en Villeneuve d’Ascq, al norte del país, cerca del Domyos Center para deportes de fitness. A ello se suma el Decathlon Cestar, para pesca y caza y el Inesis Golf Park, en marcha en 2008 y 2009.
Cada centro está especializado en un universo de deportes, aunque el de Lille cuenta además con el Sportslab, donde 50 ingenieros estudian el funcionamiento y las necesidades del cuerpo humano para desarrollar los nuevos productos. El equipo de I+D crea una cadena humana compuesta por distintos eslabones, que analizan, dibujan ideas que luego convierten en maquetas y, a continuación, en prototipos.
Una vez el producto ha sido concebido, se testean los artículos en un laboratorio de 900 metros cuadrados con cuatro salas climáticas, donde, además de la adaptación a la morfología del atleta con escáneres 3D, se estudia la ciencia del movimiento. Por el laboratorio pasan desde atletas de élite hasta deportistas no profesionales, pero sí experimentados, pasando por clientes que están empezando a ejercitarse. El objetivo es desarrollar productos para todos los perfiles independientemente de sus hábitos deportivos.
Decathlon cerró 2022 con unas ventas de 2.106 millones de euros (IVA incluido) en España, un 3,5% más que el año anterior y unas ganancias de 100 millones de euros. Este mercado, donde contaba con 175 establecimientos a cierre del año, concentró el 12% de las ventas totales del grupo galo.
