Shimano sigue creciendo al ritmo que lo hace la industria de la bicicleta, lo cual significa que el auge experimentado en 2022 es bastante menos significativo que el de 2021, pero aún considerable. La empresa japonesa, uno de los principales proveedores de componentes de bicicletas del mundo, cerró 2022 con una facturación de 628.909 millones de yenes (4.420 millones de euros), lo que supone un incremento del 15,1% interanual.
Por su parte, el beneficio neto de la compañía se vio impulsado un 11% en 2022 hasta 128.436 millones de yenes (902,8 millones de euros). El pasado año, en el que se experimentó un notable auge en las ganancias del 83%, el beneficio se situó en 116.132 millones de yenes (816,3 millones de euros). El resultado de explotación, por su parte, aumentó un 14,1% en 2022 hasta 169.158 millones de yenes (1.189,1 millones de euros).
Su principal línea de ingresos continúa siendo la venta de componentes para bicicletas, que incrementó su aportación al total de las ventas del grupo, suponiendo ya el 82%. En total, por esta línea facturó 517.436 millones de yenes (3.637,2 millones de euros), un 16,6% más que en 2021. El beneficio operativo de esta línea de negocio también creció un 15,9%, hasta 144.994 millones de yenes (1.019,21 millones de euros). En cuanto a la pesca, donde su principal impacto está en EEUU, las ventas aumentaron un 8,4% interanual, hasta 110.993 millones de yenes (780,20 millones de euros).
Por mercados, Europa representa el grueso de la facturación de Shimano y logró incrementar sus ventas un 32%, hasta 299.934 millones de yenes (2.108 millones de euros). La facturación de Asia le aportó 191.479 millones de yenes (1.346 millones de euros), tan sólo un 0,6% más, afectado por un mercado japonés que ha experimentado un retroceso del 1,5%. Mientras, desde Norteamérica ingresó 57.643 millones de yenes (405,2 millones de euros), un 15,4% más.
Caída del 20,5% de cara a 2023
De cara a 2023, Shimano prevé que su facturación caiga un 20,5%, hasta 500.000 millones de yenes (3.514 millones de euros), y obtener un beneficio operativo de 105.000 millones de yenes (738,08 millones de euros), un 27,9% menos que en 2022.
Esta merma se explica a causa de la preocupación acerca de la posibilidad de que “las cadenas de suministro mundiales se vean perturbadas por las restricciones de abastecimiento y el aumento de la tensión política causada por los riesgos geopolíticos que han surgido, como la prolongada situación en Ucrania, y que la elevada inflación que se arrastra y las estrictas políticas monetarias adoptadas a escala mundial puedan ejercer una presión a la baja sobre la economía”.
