Pelé ha sido un icono futbolístico, pero también comercial. Dinamitó las sneakers wars con su icónico momento para atarse las zapatillas en el Mundial de 1970. Logró algunos de los acuerdos de patrocinio más lucrativos de la época.
En las décadas de los años 1960 y 1970, se libraba una guerra internacional por la supremacía en la industria de los materiales deportivos. Las conocidas como “Guerra de las Zapatillas” (“Sneakers Wars”), entre los conglomerados empresariales alemanes de Adidas y Puma, dictaban el ritmo del negocio. Y el mundo del fútbol estaba en el centro de todo. Luego de un armisticio entre ambas marcas que incluía entre sus capitulaciones lo que se llamó el “Pacto de Pelé”, era la Copa del Mundo de 1970 de México, que se convirtió súbitamente en el campo de batallas que azuzó los tambores de guerra.
Pelé, que hasta ese momento tenía un acuerdo para usar las botas de la marca Stylo Matchmakers (también usadas por George Best, y por el Liverpool de los 70s), llegó a un pacto con Puma antes del partido de cuartos de final frente a Perú, y nada más arrancar el partido solicitó al árbitro que detuviese el partido para poder atarse las botas. En lo que se determinó ya como una de las grandes acciones de marketing de guerrillas -previo pago de unos $120,000- de la historia del deporte, las cámaras enfocaron a Pelé y se vieron claramente sus nuevas Puma, con esa silueta lateral blanca inconfundible, rompiendo el pacto de manera incontrovertible.
Edson Arantes do Nascimento, acaba de fallecer, y con él no solo uno de los cuatro mejores jugadores de la historia junto a Di Stefano, Cruyff y Maradona, sino la primera gran estrella global del juego, y el primero cuya precocidad en el campo (a los 16 años debutó y marcó con la Seleçao, y con 17 ganó su primer Mundial en 1958) solo fue igualada por su habilidad para los negocios fuera de los campos de fútbol.
Pelé es una figura tan trascendental que marcó épocas y territorios inexplorados por deportistas anteriormente, llegando a coprotagonizar junto a Sylvester Stallone y Michael Caine el filme de 1981 ‘Evasión o Victoria’ (“Victory”), que narraba las peripecias de un grupo de soldados aliados en la II Guerra Mundial, con cierta habilidad para el balón y la picaresca.
Incluso ya fuera del terreno de juego, siempre fue una figura de relevancia comercial y tuvo acuerdos lucrativos con marcas de la talla de Hublot, Banco Santander, Emirates, Subway, Volkswagen, y Puma cuando relanzó su ofensiva en el fútbol. Pero para mí, Pelé tiene una significancia muy personal y es que, durante la Copa del Mundo de 1994 de Estados Unidos, Pelé era embajador e imagen de Pizza Hut, y protagonizó una campaña que por primera vez cementó en mi consciente el negocio asociado al deporte.
Dicen que uno de los síntomas de que nos hacemos mayores es que cada vez más nos van dejando gente, cercana y familiar, y también referentes culturales. El “Mount Rushmore” de la historia del fútbol ya ha pasado al plano eterno, y quizás las estrellas actuales lleguen a ser más conocidas, más ricas, y probablemente más efectivas estadísticamente. Pero será muy difícil, por no decir imposible que nadie iguale la proeza de la vida profesional y de negocio deportivo de O Rei Pelé: wunderkind del fútbol mundial, que con 17 años conquistó al mundo, cuando el juego era en blanco y negro, y la población mundial no llegaba a los 3 mil millones. Descanse em paz, Rei