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Del nacimiento del deporte universitario estadounidense a la equidad

Dave Scott, ‘lecturer’ de la Universidad de Miami y sports administrator imparte una masterclass sobre los orígenes del deporte universitario, la NCAA, sus avances y su modelo de éxito a escala internacional.

Campo de entrenamiento de los Miami Hurricanes

El deporte universitario estadounidense comenzó en 1852 con una regata entre la Universidad de Harvard y la Universidad de Yale, organizada por estudiantes, que tuvo un gran impacto. Harvard resultó ganadora. A partir de ahí, nació la idea de organizar programas deportivos en los campus universitarios.

En 1906 se creó la NCAA, inicialmente solo para hombres. En aquel entonces, si una institución quería tener un programa deportivo, la responsabilidad recaía completamente en la universidad. Es decir, cada institución era responsable de su propio equipo y de seguir las reglas por sí misma. Sin embargo, esto resultaba complicado, ya que siempre había quienes buscaban ventajas competitivas, ofreciendo dinero para “comprar” a los mejores atletas. Una práctica que, a día de hoy, sigue ocurriendo.

Así lo explica Dave Scott, especialista en la materia, sports administrator y  lecturer en la Universidad de Miami, en una masterclass impartida para los estudiantes del MBA in Sports Management de la Escuela Universitaria UAX Rafa Nadal.

Cuarenta años después, se tomó la decisión de intervenir y regular las becas deportivas con la implementación del "Sanity Code", una regulación que limitaba los beneficios que los estudiantes podían recibir.

La NCAA supervisa los programas deportivos y hace hincapié en el amateurismo y el espíritu deportivo. Es el organismo encargado de regular el reclutamiento mediante las recruitment seasons, así como la elegibilidad y las temporadas de juego. Se supone que los atletas universitarios deben priorizar los estudios sobre la competición, por lo que se les exige cursar un mínimo de 12 créditos semestrales y aprobar el curso académico. Anteriormente, la temporada duraba todo el año académico; ahora está limitada a un periodo más corto.

Dave Scott nos explica el funcionamiento de las competiciones. Existen tres divisiones: la División I, donde compiten unas 350 universidades (aunque el número ha ido creciendo); la División II; y, por debajo de esta, la División III, donde participan universidades más pequeñas y no se otorgan becas deportivas.

El tamaño de la universidad y la cantidad de estudiantes matriculados influyen en la división en la que compiten. Puede haber casos en los que equipos de la División II sean mejores que los de la División I, pero, al no tener el mismo prestigio, juegan en una categoría inferior.

¿Cómo genera ingresos la NCAA? En gran parte, su negocio proviene del March Madness, el torneo de baloncesto universitario. También recibe grandes sumas de dinero por derechos televisivos. Cada conferencia tiene su propio contrato con las cadenas de televisión, aunque los acuerdos varían considerablemente. Por ejemplo, la conferencia ACC tiene un contrato de 46 millones de dólares, mientras que la Big 10 o la SEC reciben casi el doble (85 millones). Es por eso que muchos equipos buscan cambiar de conferencia para obtener mejores acuerdos económicos.

 

La política NIL ha transformado la forma en que los atletas se incorporan a las universidades

 

Otra fuente de ingresos son las donaciones de patrocinadores y particulares que desean apoyar o mejorar los programas deportivos. Algunos entrenadores llegan a ganar hasta 10 millones de dólares anuales, algo que Dave considera desmesurado.

Este es uno de los mayores problemas actuales del deporte universitario. “No sé dónde estaremos en 10 años. Ni siquiera estoy seguro de dónde estaremos en cinco años con la dirección que está tomando el deporte universitario en Estados Unidos”, afirma Scott.

La reestructuración de las conferencias está remodelando el deporte universitario, afectando a las rivalidades. Un ejemplo es la rivalidad entre Florida Atlantic University (FAU) y Florida International University (FIU). Ambas universidades, ubicadas cerca una de la otra, compartían conferencia. Sin embargo, FAU cambió de conferencia y ahora sus enfrentamientos son considerados partidos fuera de conferencia.

Esto también ha complicado el reclutamiento de atletas. Antes, los entrenadores podían ofrecer la posibilidad de competir cerca de casa. Como menciona Scott: “Si jugabas en la ACC, podrías decirle a una madre en Atlanta ‘Cuando Miami juegue contra Georgia Tech, podrás ver a tu hijo en acción. Cuando vayamos a Clemson, estarás a solo una hora y media de distancia. También podrás verlo en Wake Forest, Duke, NC State o North Carolina’. Antes, todo tenía sentido”.

En 2020 se implantó una nueva política: NIL (Name, Image and Likeness). Esta permite a los estudiantes atletas ganar dinero mediante patrocinios y derechos de imagen. Como consecuencia, algunos han recibido sumas millonarias, incluso superando a atletas profesionales. Scott cita a las gemelas Cavinder como ejemplo de atletas que han aprovechado los acuerdos NIL para obtener ingresos significativos. Este cambio ha transformado la forma en que los atletas se incorporan a las universidades y son compensados, abriendo un debate sobre el fair play y las ventajas financieras, dando lugar a un futuro incierto en el atletismo universitario.

Dejando a un lado el funcionamiento de la NCAA y el debate sobre sus críticas, volvamos a su evolución a lo largo de los años.

En 1972, el Congreso de Estados Unidos estableció el "Title IX", una ley que prohíbe la discriminación por sexo. Como consecuencia, la NCAA se vio obligada a otorgar becas y ofrecer oportunidades deportivas a las mujeres.

 

 

Dave Scott nos cuenta cómo la organización se adaptó sin problemas a esta ley y, justo un año después, en 1973, fueron pioneros en conceder becas a mujeres.

La primera beneficiaria fue Terry Williams, una golfista de Florida. Un año después, Kim Sands se convirtió en la primera atleta afroamericana de la universidad.

Antes de esta época, el deporte femenino universitario estaba regulado por una organización distinta: la AIAW (Association for Intercollegiate Athletics for Women). La NCAA era exclusiva para hombres.

La Universidad de Miami se ha esforzado por lograr equidad tanto en género como en raza dentro de las becas deportivas, un valor arraigado en su cultura institucional. En 1966, se convirtió en la primera universidad importante en ofrecer una beca a un atleta negro.

Para garantizar una distribución equitativa de becas entre hombres y mujeres, la Universidad de Miami llegó incluso a eliminar deportes, como el fútbol masculino. “El objetivo era asegurar que las oportunidades se distribuyeran de manera justa entre ambos géneros, reflejando los valores de la universidad”, concluye Scott.

 


¿Qué es el Miami Experience?

Del 23 de febrero al 1 de marzo, los estudiantes del MBA in Sports Management de la Escuela Universitaria UAX Rafa Nadal, liderado por Enric Jové y Steven Mandis, se embarcarán en la Miami Experience, un programa diseñado para ampliar sus conocimientos sobre la industria deportiva, que les permitirá ver de primera mano cómo funciona el deporte en uno de los mercados más grandes y exitosos del mundo.  

Durante esta semana, 2Playbook publicará crónicas y reportajes sobre un programa que pretende acercar la industria del deporte desde uno de los lugares más icónicos del sport business a escala global: Miami.

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