La vela es una de las disciplinas más exigentes del deporte olímpico. Los regatistas no sólo compiten ante todos sus rivales, sino ante las inclemencias del mar, lo que eleva sus riesgos y obliga a realizar una preparación específica para cada una de sus pruebas. El desgaste en los entrenamientos y en la competición hace mella en los deportistas, por lo que las labores de prevención, cuidado y recuperación pasan al primer plano a pocas semanas para competir en París 2024.
Por ello, los regatistas que aspiren a aumentar el legado de la disciplina más exitosa para España en el deporte olímpico deberán seguir un plan de entrenamiento que les asegure un rendimiento óptimo y salvaguarde sus condiciones físicas. La vela exige movimientos muy explosivos que llevan al límite los músculos y cuya correcta ejecución es esencial para no incurrir en malas posturas y evitar así dolencias en la espalda o las rodillas.
“La lesión más común de este deporte se produce sobre todo en la parte lumbar. Esto es así porque la zona lumbo pélvica es la que más tensión acumula”, afirma Claudia Juan Vigar, fisioterapeuta de la Real Federación Española de Vela (Rfev). Quirónprevención: Servicio Oficial de Prevención Médica se encarga de aplicar sus conocimientos en salud y medicina deportiva mediante sus servicios de prevención y recuperación para la Rfev.
“La lesión más común de este deporte se produce sobre todo en la parte lumbar. La zona lumbo pélvica es la que más tensión acumula”
Paula Vázquez, fisioterapeuta del equipo del Health Center Quirónprevención, señala que “las posturas mantenidas, los continuos cambios y la inclinación constante que sufre la embarcación durante la competición, generan un exceso de trabajo que recae sobre la zona lumbar produciendo dolor en la misma”. De este modo, es fundamental que los regatistas eviten la repetición de gestos en posturas inadecuadas que puedan aumentar el riesgo de lesión, tanto en las semanas previas a la competición como durante las regatas.
Además de la zona lumbar, la región del hombro es una de las más afectadas. Entre las patologías más comunes está la tendinitis del manguito rotador, la bursitis y los desgarros por las fuerzas ejercidas durante el manejo de las velas. Vázquez también destaca las lesiones de tendinopatías por sobreúso del miembro superior, así como las de las rodillas.
Ahora bien, las principales amenazas para cualquier regatista se encuentran siempre en el medio natural. La exposición al sol durante muchas horas a lo largo del día obliga a extremar las precauciones. Diego Botín, regatista del equipo olímpico de vela de clase 49er, explica que “nos vemos expuestos a riesgos de lesión, pero también a riesgos de enfermedades en la piel por tanta exposición a la radiación del sol”.
En estas circunstancias, toda protección es poca. Al neopreno se le suman otras prendas para proteger el cuerpo y aislarlo de los efectos de las temperaturas extremas. “Nos ponemos siempre mucha licra, neopreno, llevamos gorra, gafas de sol. Intentamos que ese daño que nos hace el sol sea el menor posible”, indica Pilar Lamadrid, regatista y windsurfista del equipo olímpico español.
Tampoco se puede pasar por alto el riesgo a deshidratarse en plena regata o en una sesión de entrenamiento. Florian Trittel, también regatista del equipo olímpico de vela de clase 49er, asegura que “la prioridad número uno es estar muy hidratados, y que la alimentación aporte las necesidades calóricas que necesite nuestro cuerpo”.
De este modo, la hidratación y la alimentación asumen un papel central en las fases de recuperación y descanso de los regatistas. Adoptar una buena nutrición puede liberar a un regatista de sufrir bajadas de defensas en plena regata, por lo que los planes nutricionales y las suplementaciones son el pan de cada día durante la preparación.
Otro factor que cada vez gana más terreno en el deporte de la vela es la preparación mental
Teniendo en cuenta que la campaña olímpica exige una preparación de más de 200 días, y que los regatistas pasan cerca de 300 días al año en el mar, cumplir con las horas de descanso fuera del agua puede ser diferencial para encarar una competición en el mejor estado de forma.
La preparación física varía en función de si se dirige a un entrenamiento en el agua o fuera de ella. “Intentamos hacer una parte de movilidad y activación, y cuando vuelven del agua una parte más de estiramientos y vuelta a la calma”, especifica la fisioterapeuta. Asimismo, la fisioterapeuta de Health Center Quirónprevención indica que “para prevenir estos traumatismos, es fundamental una buena forma física, los estiramientos de la musculatura más implicada y un entrenamiento específico que incluya movimientos y gestos técnicos repetitivos”.
Otro factor que cada vez gana más terreno en el deporte de la vela es la preparación mental de los deportistas. La gestión de las emociones, no sólo por la competición con los equipos rivales, sino ante las inclemencias del mar o del clima, puede marcar la diferencia.
Tamara Echegoyen, regatista del equipo olímpico de vela Clase 49er FX, señala que “utilizar la presión como nuestra aliada es una buena herramienta para conseguir nuestros objetivos”. De este modo, el perfil del psicólogo o psicóloga deportiva gana enteros a medida que se acerca la competición. Botín añade que “la diferencia entre ganar y no conseguir ese objetivo está en la mente, en la cabeza. Por eso, usamos técnicas de relajación, de introspección y visualización”.
En la misma dirección apunta Mónica Pascual, coach mental del Health Center Quirónprevención: “Tener un buen autocontrol para no dejarse llevar por los nervios, para dominar unas condiciones siempre cambiantes, es fundamental para conseguir buenos resultados”.