Igualdad en los puestos directivos. Un concepto al que el mundo del deporte permanece todavía ajeno pese al sprint que ha protagonizado la mujer en un sector tradicionalmente dominado por el público masculino. Las tasas de práctica de actividad física han aumentado más entre ellas, como también lo ha hecho el número de licencias federadas y el gasto que realizan en una industria en la que los españoles invierten al año más de 5.000 millones de euros. El papel de la mujer en el sector es ya protagonista como deportista profesional y amateur, aunque ese avance todavía no se vea reflejado en términos de visibilidad y puestos de responsabilidad.
La brecha no es tan pronunciada cuando se trata de práctica deportiva. El 50,2% de las residentes en España se ejercitan al menos una vez por semana (por el 59,6% de ellos). El gap es mayor en el deporte federado, aunque se ha ido reduciendo en los últimos años, pues ellas aún representan el 23,4% de las licencias, un porcentaje que en 2009 estaba por debajo del 20%.
A mayor práctica deportiva, más gasto asociado. En la última década, el gasto en artículos y servicios deportivos de los hombres ha crecido un 14,5%; el de las mujeres lo ha hecho un 52,7%, hasta 1.700 millones de euros. Ahora generan el 30% del gasto de los españoles en deporte, pero hace diez años sólo era el 23,8%, lo que demuestra que la mujer cada vez tiene un peso mayor en la industria como consumidora. El 11% de ellas espera adquirir ropa deportiva vía online en los próximos doce meses, por el 7% que afirma que comprará productos para practicar deporte, por el 9,4% de ellos, según un estudio realizado por la escuela de negocios Iese y Veepee.
Pese a todo, los datos de sedentarismo muestran que las mujeres, en todas las franjas de edad analizadas, realizan menos actividad física que los hombres, con una media de sedentarismo de un 44,5%, frente al 35,4% de los hombres, según la Encuesta europea de salud en España. ¿El motivo? “Las mujeres tienen menos tiempo libre para realizar actividad física por la falta de equiparación que todavía existe a nivel de organización familiar; continúan siendo en la mayoría de los casos las responsables de las tareas de casa y de los niños, lo que les deja menos tiempo para hacer ejercicio”, afirma Alfonso Jiménez, catedrático de Ejercicio Físico y Salud en el Centro de Estudios del Deporte de la Universidad Rey Juan Carlos.
En cuanto a la representación de la mujer en los órganos de toma de decisiones en el mundo del deporte, las cifras de los últimos años arrojan una verdad irrefutable: pese a los numerosos avances que ha logrado, la representación femenina en las juntas y puestos de dirección es todavía muy escasa. Ello, pese a que la mujer copa el 47,5% de los puestos de trabajo en el sector deportivo, según la Encuesta de Población Activa (EPA).
Del total de 65 federaciones deportivas que hay en España, únicamente dos están presididas por una mujer. Estas son la federación de remo (Asunción Loriente) y la de socorrismo (Isabel García). Esta cifra representa un 3% del total. El Consejo Superior de Deportes (CSD) trata de poner fin a esta desigualdad y desde 2014 estableció la norma de que las juntas directivas tuvieran que tener un 33% de representación femenina para poder acceder a las subvenciones que otorga el organismo. Posteriormente esta cifra aumentó hasta el 40%. Entonces, ¿dónde está la trampa? La realidad es que desde el plano económico las federaciones cumplen con los requisitos impuestos por el CSD, pero las mujeres ocupan los puestos más bajos del organigrama, como los de vocales o secretarias.
Esta situación es aún más sorprendente en el caso de federaciones como la de voleibol que, pese a ser la disciplina con un mayor número de licencias femeninas con un 73%, es la que menos representación de mujeres tiene en la junta, con un 18%. A pesar del desigual panorama que reflejan estos datos, la realidad es que la industria del deporte ha dado pasos importantes durante los últimos años a favor de la igualdad. Ejemplo de ello son federaciones como la de balonmano, con una representatividad de un 43%, la de baloncesto, con un 40%, o la de kickboxing con un 69%.
Además, a esta lista hay que sumar el nombre de mujeres que han alcanzado la primera línea ejecutiva, como es el caso de las presidentas de la SD Eibar y el CD Leganés, Amaia Gorostiza y Victoria Pavón; la directora general del Granada CF, Patricia Rodríguez, o Marisol Casado, la única mujer española que es miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) y que, además, preside la Unión Internacional de Triatlón. A estos rostros hay que sumar también otros como el de Mercedes Coghen, directora adjunta de Adesp; Paula Sira, nueva responsable de patrocinios de la NBA en España, o Roser Queraltó, directora de negocio de la Euroliga, una entidad en la que también trabaja Abigail Martín, directora de sostenibilidad y desarrollo de proyectos.
LaLiga también ha incorporado en su propio organigrama su objetivo de profesionalizar el fútbol femenino. Así, su comité ejecutivo cuenta con dos mujeres en el comité ejecutivo, María José López, en el área legal, y Loreto Quintero, al frente de proyectos estratégicos. Otras tres están en el comité de dirección, Cristina Sánchez (activación corporativa de marca); Olga de la Fuente (fundación) y Eva López (dirección de marca y activos).
Si hay en un ámbito en el que se han dado pasos de gigante para acabar con la discriminación de la mujer en el patrocinio deportivo. En el último año la inversión en patrocinios deportivos femeninos se ha más que doblado, de acuerdo con un informe de Nielsen Sports. En 2020, este aumento fue de un 27%, lo que da muestra de los avances que está logrando el sector, gracias en parte a una mayor cobertura por parte de los medios de las competiciones femeninas. Para ello ha sido fundamental el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030, que ha hecho que muchas empresas se lancen a amadrinar a equipos y competiciones femeninas como es el caso de Iberdrola, Caixabank o el Santander.
Sin embargo, el patrocinio de los eventos deportivos femeninos no terminará de despegar si no va acompañado de una mayor cobertura de estas jornadas en los medios de comunicación. Hay que tener en cuenta que las marcas apuestan por estos deportes, no sólo como parte de su estrategia de responsabilidad social corporativa, sino también para ganar exposición y cobertura mediática. De ahí, la importancia de que los grandes grupos de comunicación pasen a formar parte de esta alianza y se involucren con estas iniciativas. Un ejemplo de ello fue la adquisición de Dazn de los derechos de la Women’s Champions League hasta 2025, y que ofrecerá gratis a través de YouTube durante las dos primeras temporadas, como herramienta para visibilizar esta competición.
El 44,5% de las mujeres españolas pasan su tiempo libre de manera sedentaria
Existe una amplia brecha salarial en la industria deportiva, especialmente en el fútbol. De acuerdo con datos de la revista especializada L.Footbal, la futbolista mejor pagada de 2019 fue la estadounidense Alex Morgan, que ingresó en esa temporada 408.000 euros, frente al jugador mejor pagado, Lionel Messi, con 112 millones de euros brutos. Además, la Global Sex Survey (GSS) reveló que Neymar tiene un salario neto por temporada de 36,5 millones de euros, la misma cantidad conjunta que consiguen las 1.693 jugadoras de la liga francesa, alemana, inglesa, estadounidense, sueca, australiana y mexicana en su conjunto.
Por si fuera poco, según la web OurGoalIsNow, después de ganar la Copa Mundial Femenina 2015 las jugadoras de los Estados Unidos recibieron 1,6 millones de euros. Frente a esta cifra el equipo francés masculino ganó más de 30 millones de euros después de ganar la Copa del Mundo en Rusia 2018. Unos datos que ponen de manifiesto la desigualdad que todavía existe a día de hoy en la industria del deporte, pese a los importantes avances alcanzados en los últimos años. Uno de ellos ha sido en el soccer estadounidense, donde las jugadoras de la Selección han conseguido la igualdad salarial con los jugadores tras acudir a los Tribunales.
Reducir esa brecha salarial depende especialmente del negocio generado por las propiedades deportivas, algo que depende de la cobertura mediática, del seguimiento por parte de los aficionados y del apoyo que den los patrocinadores. Por ejemplo, Mediapro fue clave en la firma del primer convenio colectivo del fútbol femenino en España, pues se comprometió a aportar 3,5 millones de euros por los derechos de numerosos clubes.
En aquel momento, las jugadoras reivindicaban aumentar el salario mínimo (de 16.000 euros) y aumentar la parcialidad al 75% de la jornada ordinaria, pero la cuestión salarial no era la principal reivindicación, sino una mejora en el resto de condiciones, desde vacaciones hasta la cobertura en caso de baja o embarazo. En la WNBA las negociaciones tampoco se basaron en la cuestión económica, sino en crear una plataforma que permitiera cuidar el producto y el desarrollo comercial de la competición, algo que acaba revirtiendo en las jugadoras. Hoy día, el reparto económico de la WNBA es similar al de la NBA: el 50% de los ingresos se reparten entre las jugadoras y las franquicias.