Pensar en Michael Jordan es recordar a una leyenda del baloncesto, pero también a uno de los mayores iconos comerciales de la historia del deporte. El exjugador de los Chicago Bulls ha ganado más dinero vestido de traje que de corto, y prueba de ello es que sus ingresos acumulados lejos del parquet desde que debutó en 1984 superan los 1.700 millones de dólares (1.448 millones de euros), veinte veces más que los 98 millones de dólares (83,5 millones) que ganó en sus quince temporadas en activo. ¿El motivo? Un imperio deportivo en el que Jordan Brand no es más que la punta del iceberg.
En la base de su cartera de inversiones se encuentran los Charlotte Hornets de la NBA, franquicia de la que es dueño, a la que ahora añade el lanzamiento de un equipo que competirá en la Nascar y el fantasy Draftkings, del que se ha convertido en accionista minoritario.
Por partes. El contrato más valioso de Jordan es con Nike, por la que firmó un acuerdo por cinco años en 1984, a razón de 500.000 dólares por temporada. Aquel fue punto de partida de un idilio que hoy perdura y que dio lugar a la marca personal del jugador, Jordan Brand, que sólo en el ejercicio fiscal de 2020 facturó 3.609 millones de dólares (3.075 millones de euros), un 12% más que el año anterior teniendo en cuenta el efecto divisa. Sólo en royalties ingresó 132 millones de dólares (112,4 millones de euros) en 2019, según Forbes. En 2012, este importe superaba los 60 millones de dólares (51,1 millones de euros).
Jordan Brand se ha convertido en una de las puntas de lanza del negocio de Nike, la empresa de artículos y moda deportiva que más factura del mundo. “Con excepción de las zapatillas de running, Jordan Brand es la marca de Nike que más vende en la categoría de calzado y esperamos que siga liderando este ámbito”, reconoce la compañía con sede en Oregón (Estados Unidos) en las cuentas del ejercicio fiscal que finalizó el pasado 31 de mayo. De hecho, esta marca es la única que está mejorando su facturación en los meses que están siendo marcados por el Covid-19. su facturación si se excluye el efecto de la fluctuación de la moneda.
Jordan Brand superó los 3.000 millones de dólares en ventas en el último ejercicio fiscal
Son cifras que demuestran que el tirón comercial de Jordan trasciende a su etapa como deportista, cuando ya apuntaba maneras. En el documental The Last Dance se explica que la previsión de Nike cuando firmó a Jordan y lanzó al mercado las míticas Air Jordan era facturar tres millones de dólares en cuatro años. Sin embargo, en tan solo doce meses se rebasaron los 126 millones de dólares en ventas (107,3 millones de euros).
Hoy día, la multinacional destina Jordan Brand a calzado urbano y ropa deportiva, mientras que la marca Jumpman está específicamente destinada a las zapatillas para jugar a baloncesto. En 2019 incluso se lanzaron a la venta unas Air Jordan virtuales para que los gamers de Fortnite pudieran equipar a sus personajes. Eso sí, tenían que pagar 18 dólares para adquirir este calzado virtual.
Más allá de la ropa y el calzado, el exjugador también es el propietario de los Charlotte Hornets, franquicia de la que se convirtió en accionista minoritario en 2006, tres años después de retirarse. Tardó cuatro años en hacerse con la mayoría accionarial, pues en 2010 adquirió el 80% de las acciones por 275 millones de dólares (234 millones de euros) que incluyeron 150 millones de deuda (127,8 millones de euros).
Poco a poco, Jordan fue adquiriendo títulos hasta hacerse con cerca del 97%, aunque en 2019 vendió el 20% a Gabe Plotkin y Daniel Sundheim, propietarios de dos fondos de inversión. Dicha operación valoró el 100% de Hornets Sports & Entertainment en 1.500 millones de dólares (1.278 millones de euros), lo que incluye el pabellón Spectrum Center, por lo que el valor de la franquicia se ha disparado desde que Jordan invirtió por primera vez.
Entre los proyectos recientes de Jordan está el haberse convertido en accionista minoritario del fantasy y operador de juego Drafkings, del que también es consejero, así como el lanzamiento de un equipo para la Nascar tras asociarse con el piloto Denny Hamlin, al que patrocina Jordan Brand. También es accionista de los Miami Marlins de la MLB.
La cartera de inversiones del exjugador va más allá, puesto que también ha participado en rondas de financiación de la tecnológica especializada en la explotación estadística Sportradar; la marca de auriculares Muzik; Gigster, una start up fundada en Silicon Valley que conecta a compañías con desarrolladores freelance de software, y aXiomatic empresa matriz del equipo de deportes electrónicos Team Liquid, valorada recientemente en 320 millones de dólares (272,6 millones de euros)
Pero si ha habido una apuesta de Jordan en los últimos años, ha sido el dotar a sus inversiones de cierto sentido social. Sin ir más lejos, se ha comprometido a destinar 100 millones de dólares (85,2 millones de euros) durante esta década a la lucha contra el racismo. “Las vidas de las personas negras importan, y esta no es una declaración controvertida; hasta que el arraigado racismo que hace que las instituciones de nuestro país fallen sea completamente erradicado, seguiremos comprometidos a proteger y mejorar las vidas de las personas negras”, comentó entonces.
Es un posicionamiento distinto al que tenía como jugador, cuando optó por no tomar parte y no apoyar públicamente al demócrata y afroamericano Harvey Gantt en su carrera para ser gobernador de Carolina del Norte.
En esa lucha ha enmarcado también su irrupción en la Nascar, al convertirse en el primer propietario de raza negra de un equipo y al fichar al único piloto negro de la competición, Bubba Wallace. “Históricamente, la Nascar ha luchado con la diversidad y ha habido pocos propietarios negros; el momento parecía perfecto ya que Nascar está evolucionando y, cada vez más, está adoptando el cambio social”, comentó Jordan hace unos días, al justificar su apuesta por esta disciplina. Es un claro ejemplo más de cómo los deportistas han asumido que la sociedad espera de ellos algo más que highlights.