Formación o competición: así es la ‘pizarra’ del fútbol base ‘made in USA’

El desarrollo formativo de los y las futbolistas es uno de los elementos centrales de la apuesta de EEUU por el ‘soccer’. Ahora bien, la idiosincrasia del país y su aproximación al deporte han alejado, hasta ahora, al fútbol base de una formación óptima.

Soccer central

Hablar de fútbol en Estados Unidos lleva inevitablemente a pensar en la NFL y la Super Bowl. Sin embargo, el fútbol europeo, soccer como se conoce al otro lado del Atlántico, va haciéndose un hueco cada vez más grande en los hábitos deportivos de los norteamericanos y se espera que su popularidad se dispare aún más tras el Mundial de 2026 (compartido con sus vecinos México y Canadá), y quién sabe si tras albergar el Mundial de 2027, cuyo bid junto a México es ya una realidad. El país se ha convertido en un mercado emergente y ya cuenta con más de tres millones de jugadores menores de edad, según los datos de la Federación Estadounidense de Fútbol (US Soccer). 

De hecho, por medio de la organización de eventos del calibre de la próxima Copa del Mundo se busca dejar un legado en el territorio que se traduzca en un aumento de la práctica en las distintas categorías del fútbol base, la gran tarea pendiente de un país que en el profesionalismo ha dado grandes pasos con la MLS y espera acelerar aún más tras la llegada de Leo Messi.

El modelo formativo yankee es muy distinto en función del entorno. ”Tienes clubes que son más comunitarios y centran su desarrollo en un ambiente más recreativo, otras organizaciones más competitivas, pero en las que los propios padres de los niños son los entrenadores, y luego están los clubes más formales en los que se paga a los entrenadores”, señala Neal Ellis, vicepresidente de fútbol en la academia Soccer Central de San Antonio (Texas), y colaborador de Educación en USSF y Concacaf.

Ahora bien, el fútbol en Estados Unidos ha crecido a imagen y semejanza del resto de deportes de equipo practicados en el país. Es decir, su evolución ha estado siempre asociada al crecimiento individual de los futbolistas de cara a preparar la etapa universitaria. Este es precisamente el gran condicionante en el desarrollo formativo de los jugadores y jugadoras tanto a nivel de modelo, estructura competitiva como en el tipo de entrenamientos. 

 

Competir a toda costa 

En pocas palabras, el fútbol base norteamericano sólo conjuga el verbo competir. No hay suficiente espacio para trabajar la comprensión y el entendimiento del juego, fomentar el trabajo colectivo o desarrollar conocimientos tácticos. El objetivo es preparar a los futbolistas para ganarse una beca universitaria y para ello compiten en muchos partidos en períodos muy reducidos de tiempo. De este modo, las etapas formativas dan un espacio muy reducido a elementos como el aprendizaje y la diversión, que son estructurales para el correcto desarrollo de los jugadores y las jugadoras. Niños y niñas crecen en un entorno donde prima la competición por encima de todo. 

“Los entrenamientos potencian mucho más el apartado técnico, la relación niño-balón, y, en definitiva, se especializan en la repetición. A nivel físico, los jugadores tienen un alto grado de disciplina y cuentan con instalaciones para ello”, explica Eduard Fortet, director de metodología de MBP School of Coaches. En definitiva, la atención se centra en el desarrollo individual, muy por encima del trabajo colectivo.

La formación da un espacio muy reducido a elementos como el aprendizaje y la diversión, que son estructurales para el desarrollo 

A ello se le suma la falta de criterio que impera en muchos clubes, escuelas o academias. “La mayoría de clubes de fútbol base no tienen una filosofía o metodología arraigada y se pueden observar diferentes estilos de juego y metodologías diferentes dentro de un mismo club o academia”, indica Alex Isern, cofundador de ISL Fútbol, empresa que gestiona buena parte de la red de academias del Barça en Estados Unidos.

Por otro lado, el precio por entrenar en una academia es otro de los grandes rompecabezas del sistema formativo norteamericano. ”El sistema de pago por jugar está pasando de una descompensación entre lo que se pagaba (varios cientos de dólares al mes) y el valor recibido, a una evolución del mismo ante el aumento de la demanda y el crecimiento del talento y la tecnología en el país”, explica Albert Vallbona, cofundador de 4-Football. Para ello aboga por la transformación del actual modelo pay to play

 

El fútfem con años de ventaja 

La situación se acrecienta aún más en el caso del fútbol femenino. La disciplina comenzó a coger peso en Estados Unidos hace más de 50 años hasta erigirse en una de las más practicadas por las niñas, aupada también por un cambio normativo. La aprobación de la ley Title IX en 1972 obligó a ofrecer el mismo número de becas universitarias para la práctica deportiva tanto a hombres como a mujeres, lo que convirtió al fútbol en el segundo deporte más popular del país entre las mujeres, después del baloncesto.   

Esto ha provocado que el fútbol femenino norteamericano le lleve años de ventaja al del resto de países del mundo. De este modo, mientras en países con gran tradición futbolística las escuelas de fútbol femenino se están empezando a desarrollar en estos momentos, en Estados Unidos las niñas ya hace años que compiten desde edades tempranas.  

 

Hacia un sistema conectado 

Si bien no se observan grandes diferencias metodológicas entre la formación para los equipos femeninos y los masculinos, se considera que las niñas suelen tener algo más de facilidad para la comprensión y ejecución del juego. Sin embargo, la preeminencia del modelo universitario en el caso del fútbol femenino provoca que las etapas previas sean muy competitivas, priorizando la capacidad atlética por encima del desarrollo cognitivo y táctico. 

Iban López Arias, director de fútbol femenino en Soccer Central, señala que “mientras en el fútbol masculino hay un objetivo profesional claro fuera del College como es la MLS, para las futbolistas el objetivo principal es el acceso a la universidad”. El entrenador gallego, que anteriormente trabajó como reclutador de la Universidad de Florida, insiste en la necesidad de democratizar el camino al profesionalismo de tal manera que “a las jugadoras les compense seguir estudiando después de su etapa universitaria y puedan seguir vinculadas en el mismo sistema, que esté conectado todo en la misma línea”. 

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