Deporte sí, pero no a cualquier precio. Los objetivos de desarrollo sostenible marcados en la Agenda 2030 y la conciencia medioambiental cada vez dirigen más las decisiones de los ciudadanos, llegando a condicionar incluso sus prácticas deportivas. Este boom sostenible ha hecho que el outdoor y los deportes de aventura hayan ganado un gran atractivo, con disciplinas como el senderismo, la escalada o el rafting movilizando a cada vez más personas y moviendo un volumen de negocio de más de 6.000 millones en Europa.
Entre los deportes más sostenibles se encuentran actividades, casi todas ellas de exterior, como el ciclismo, el running, el senderismo o la natación, que apenas causan alteraciones en el ecosistema. Y es que el outdoor sigue ganando adeptos en Europa. La industria creció un 19% interanual en 2021, alcanzando un negocio de 6.200 millones de euros. Es la primera vez en la historia que este mercado supera la cifra de los 6.000 millones de euros, según los datos que la European Outdoor Group (EOG) presentó en la segunda edición de la feria Outdoor by Ispo.
En el caso de España, casi 7,5 millones de personas practicaron ciclismo durante 2020, según la última Encuesta de Hábitos Deportivos elaborada por el Gobierno. Además, el número de practicantes de otras disciplinas como las actividades subacuáticas o la escalada y el montañismo también sigue aumentando y superaron en ambos casos el millón de usuarios. En el caso del surf basta ver cómo ha evolucionado el número de federados, pasando de 23.089 a más de 68.000 a lo largo de la última década, según los datos recabados por 2Playbook para la serie de reportajes sobre el negocio del deporte outdoor, con el apoyo de RocRoi.
“En el outdoor para mantenerse en el mercado es algo ineludible, dada la especial sensibilidad de nuestro consumidor”, Ternua
Un buen ejemplo de ello es cómo disciplinas como el surf o la escalada cada vez atraen a un mayor número de usuarios que tienen conciencia medioambiental. Este tipo de actividades nacieron ya con el componente social y el respeto a la naturaleza, motivos por los que valores como el cuidado del ecosistema, la igualdad o la humildad se encuentran muy presentes dentro de su día a día. Lo mismo sucede con los deportes acuáticos y las actividades de aventura, que tienen como escenario la naturaleza, y han aprendido a convivir con ella.
Este es el caso de la empresa de actividades de aventura, Rocroi. Carlos Rabaneda, presidente y cofundador de la compañía, destaca que “el respeto al medioambiente es algo intrínseco a la empresa. Además, la igualdad y la humildad son dos de los valores que más tenemos en cuenta. Todos los empleados que trabajan con nosotros tienen que estar concienciados sobre ello y nosotros mismos, cuando emprendemos un proyecto nuevo, siempre buscamos qué podemos aprender y a partir de ahí, qué podemos aportar”.
Hay que tener en cuenta que no todas las disciplinas deportivas contaminan lo mismo. Por ejemplo, los estadios de fútbol son responsables del 80% de la huella de carbono del deporte en Europa, según Euroactiv. Pero no sólo la práctica deportiva tiene un efecto en la contaminación, sino que las compañías que fabrican artículos y equipamiento para realizar muchas de estas actividades también tienen un impacto en el medioambiente. De hecho, fabricar un par de zapatillas de deporte genera en torno a 13.600 gramos de emisiones de dióxido de carbono, es decir, el equivalente a mantener permanentemente encendida una bombilla de 100 vatios durante una semana.
El outdoor lidera el cambio
Así, esta realidad no sólo ha supuesto cambios en términos de práctica deportiva. Y es que el tejido empresarial deportivo, principal ente el asociado con las disciplinas outdoor, también afronta una nueva etapa en la que la conciencia medioambiental ha pasado a ser parte de la estrategia central de las empresas del sector. Tanto es así, que cada vez surgen más compañías cuyo negocio está centrado en ofrecer a los deportistas equipamiento o accesorios para la práctica deportiva, pero con materiales ecológicos y respetuosos con el conjunto de la biosfera.
Este es el caso de la compañía vasca Ternua, que desarrolla diversos proyectos relacionados con la sostenibilidad y además fabricas sus prendas con materiales reciclados. “La sostenibilidad y la economía circular están hoy en boca de todos, pero en los 90 la cosa era bien distinta. Nuestra marca se fundó en 1994, y la vocación de ser sostenible estaba ya ahí: una marca de outdoor nacida en el País Vasco debía estar ligada, sí o sí, al cuidado del entorno. Mucho antes de que la moda sostenible se pusiera de moda, nosotros ya confeccionamos una chaqueta polar a partir de PET reciclado”, remarcan desde la firma.
Dos de los grandes ejemplos internacionales en este sentido son Columbia y Patagonia. La primera de ellas tiene la sostenibilidad y la innovación tecnológica como ejes centrales de su política. “Como empresa de productos al aire libre, hacemos todo lo posible para respetar y preservar los recursos naturales. Nuestro objetivo es limitar nuestro impacto en las comunidades que tocamos mientras mantenemos la tierra que amamos”, afirman desde la compañía.
Aunque sin duda el gran referente para la industria del outdoor a nivel mundial es Patagonia, que no sólo incorporó estos principios a su estructura, sino que directamente hizo suyo el concepto sostenibilidad. La compañía se ha convertido en todo un símbolo, no sólo para los fans de la marca, sino para el conjunto de la industria. La compañía no sólo dona el 1% de sus ventas diarias a causas medioambientales, sino que combate la popular cita comercial de Black Friday, no realiza campañas publicitarias ni trabaja con influencers y en 2021 recibió el Premio a la Sostenibilidad Ambiental en los Premios CFDA 2021.