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Estamos ante un sector con futuro, que seguirá creciendo y se concentrará significativamente, cuya principal palanca de crecimiento serán los jóvenes y sus nuevos comportamientos, usos y costumbres. Su principal reto será la creciente competencia.

Mi primera reflexión, a finales del primer semestre de 2023, es que el sector del fitness se ha recuperado de la gran crisis del Covid-19 de una forma más rápida de lo que yo mismo vaticinaba en el verano de 2022.

Desde que se retiró la obligatoriedad del uso de las mascarillas en los gimnasios, allá por abril de 2022, la recuperación de abonados a los centros deportivos ha sido progresiva, con un otoño de 2022 muy bueno y un comienzo de 2023 también bueno.

No quiero decir con esto que hayamos alcanzado los niveles prepandemia, que no es así, pero si admitimos razonablemente que el sector perdió el 50% de su cartera de clientes durante 2020 y 2021, eso significa que para volver al nivel de 2019 se necesitaba crecer un 100%. Eso no sucede en pocos meses, y no obstante, en junio de 2023 el sector está ya en niveles cercanos a 2019, es decir, se han recuperado los 5,5 millones de clientes que acudían al sector privado del fitness.

Una matización a esta afirmación: que se hayan recuperado las cifras de abonados de 2019 no significa que cada uno de los gimnasios y cadenas hayan recuperado el 100% de su cartera de clientes.

Y esto me lleva a la segunda reflexión. El sector del fitness en España está inmerso en un proceso de maduración y crecimiento, que se ha acelerado sorprendentemente durante estos años de pandemia, y que hace que hoy la competencia sea mucho mayor que en 2019 (el sector crece a un ritmo aproximado de 300 gimnasios al año), con compañías nacionales y multinacionales cada vez más potentes, y por tanto es difícil recuperar por cada unidad de gimnasio el número de clientes prepandemia.

Este proceso no es diferente al sufrido por otros sectores, como el retail, los supermercados o los hoteles, y exige una mayor profesionalización, una mayor eficiencia, una mayor capacidad financiera y unos procedimientos operativos cada vez más afinados. Y en eso nos encontramos, en un sector mucho más competitivo, más maduro, y en el que veremos concentraciones, fusiones y reconversiones en los próximos años.

El refranero castellano, muy sabio, nos dice que antes de 2019, en el sector del fitness, “el más tonto hacía relojes”, y a partir de 2023 solo los que lo hagan muy bien, solo los mejores, sobrevivirán a un mundo tan competitivo, porque ya no va a ser fácil “llegar y besar el santo”.

Que se hayan recuperado las cifras de abonados de 2019 no significa que cada uno de los gimnasios y cadenas hayan recuperado el 100% de su cartera de clientes

La tercera reflexión es lo mucho que ha cambiado el cliente de los gimnasios desde la pandemia hasta hoy. Se ha rejuvenecido mucho; viene más días y más tiempo al centro; usa de forma diferente los espacios, consumiendo mucho más las zonas de fuerza, y menos las máquinas de cardio y las clases colectivas; y tiene en los influencers, en otros jóvenes y en el teléfono móvil a su “entrenador personal” o su “asesor”.

Todo junto hace que la capacidad de los gimnasios, el número de abonados que caben, sea hoy menor que en 2019, y que la satisfacción de los clientes en los centros deportivos haya disminuido en comparación con el periodo de pandemia y con el de prepandemia. Hace un par de meses hemos podido leer un informe de experiencia de cliente de OCP, basado en una muestra muy representativa, que confirma todo esto que los operadores venimos observando hace meses.

Si a esta constatación añadimos las complicaciones económicas y macroeconómicas actuales: una inflación alta, unos precios de suministros desbocados e inciertos (aunque en 2023 se hayan moderado), unos tipos de interés creciendo, con un acceso a la financiación cada vez más difícil, una presión importante sobre los salarios consecuencia de la propia inflación, pero también de una subida del SMI de casi el 50% en tres años, y una dificultad para encontrar mano de obra cualificada, estaremos de acuerdo en que el presente es, cuando menos, incierto, con unos márgenes empresariales que se han reducido y un endeudamiento, en general en el sector, elevado.

Esto me lleva automáticamente a la cuarta reflexión, que son los precios del fitness en España. Es verdad que cuando uno mira los precios de los gimnasios low cost en Europa o USA no hay diferencias con los precios en España, y eso a pesar de que el poder adquisitivo de los ciudadanos en esos países es superior a España.

Pero no es menos cierto que fitness low cost en España, tal como se concibe en otras latitudes, no existe, salvo alguna enseña concreta. Los servicios, la calidad, las instalaciones y la atención personal de lo que en España denominamos gimnasio low cost o low price es muy superior a los estándares mundiales, y, sin embargo, el precio es, o ha sido hasta ahora, similar.

Es necesario que los precios vayan subiendo paulatinamente para acompasar servicio y precio, valor y precio

Si ahora nos vamos al segmento concesional o al premium, las comparaciones son ya mucho peores. No hay nada que se le parezca en el mundo entero, en relación calidad-precio. Esto significa que los precios en España están deprimidos, el valor y el precio están desacoplados, y seguramente por esta razón nuestro sector ha sufrido tanto en España durante la pandemia, amén de las pocas ayudas gubernamentales, pero ese es otro cantar.

Y, por tanto, es necesario que los precios vayan subiendo paulatinamente para acompasar servicio y precio, valor y precio. Los que ya lo han hecho (los que ya lo hemos hecho) hemos recuperado mucho más nuestra situación prepandemia, hasta el punto de estar hoy casi igual o incluso mejor que en 2019, con un 10% o un 20% menos de clientes.

Por poner un ejemplo que siempre pongo, y que los que tienen gimnasios y también tienen o conocen la situación del pádel van a entender. ¿Tiene sentido que un partido de pádel en Madrid o Barcelona cueste lo mismo que un mes abonado a un gimnasio? El pádel no tiene ni calefacción ni grandes consumos ni mano de obra intensiva, y en un gimnasio puedes ir todos los días del mes, a cualquier hora, con calefacción y aire acondicionado, con duchas calientes, con centenares de clases al mes con profesor, y a veces con spa y piscina. Es evidente que el pádel hoy tiene un sobreprecio producto de la mayor demanda que oferta, y que el fitness tiene un precio que tiene que subir si queremos un sector sano y equilibrado.

Lo dirá el mercado, evidentemente, pero mi impresión es que los precios de los centros deportivos en España subirán sensiblemente en los próximos años, con independencia de la inflación.

La quinta y última reflexión es que, no obstante lo dicho, creo que el futuro es prometedor. ¿Por qué? Pues porque estamos vinculados a la salud, que se ha puesto en valor con la pandemia, también con el ocio saludable, y estamos viendo un aluvión de jóvenes que se incorporan a la actividad física y el deporte a través de los gimnasios y centros deportivos, hagan deporte federado, de competición, o no. Esto nos lleva a pensar que no es descabellado plantearse que en 2025 o 2026 el número de personas abonadas a una instalación deportiva pueda alcanzar los 7,5 u 8 millones de personas en España.

La última encuesta de hábitos deportivos del CSD ya apunta por este camino. La práctica deportiva en España no tiene nada que ver en personas mayores de 45 años con la de personas entre 15 y 30 años, donde la penetración está ya en ratios superiores a muchos países europeos que nos sacaban mucha ventaja hace 15 o 20 años.

Esto es lo que seguramente están viendo muchas multinacionales del sector para venir a España con tanta querencia como lo están haciendo, además de la mucha cantidad de dinero todavía circulante en los fondos de inversión consecuencia del masivo regado de euros y dólares del BCE y la FED durante la pandemia, y la dificultad para encontrar sectores donde colocarlo con rentabilidades altas.

La no tan buena noticia para estos fondos y multinacionales es que en España el sector del fitness es de mucha más calidad y mucho más competitivo que en muchos países europeos y anglosajones, y con una intervención de las administraciones públicas, sobre todo Ayuntamientos, que no existe en casi ningún otro país, aunque esto sea difícil de entender para un americano, un inglés, un alemán o un francés.

Y esto explica el que grandes marcas (que no hace falta recordar), hayan entrado y salido de España sin que ni ellos mismos se lo expliquen, fenómeno que en mi opinión seguirá ocurriendo en el futuro, lo que no quita para que siga creciendo el sector y grandes rótulos internacionales se consoliden en España.

En definitiva, creo que estamos ante un sector con futuro, que seguirá creciendo, que se concentrará significativamente, cuya principal palanca de crecimiento serán los jóvenes y sus nuevos comportamientos, usos y costumbres, y cuyo principal reto creo que será la creciente competencia y la mejora de la eficiencia, además de la dificultad coyuntural del endeudamiento y del acceso a la financiación.

 

Rafael Cecilio

Presidente de Dreamfit

 

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