El fútbol y sus aficionados, al igual que el resto del planeta, acaban de cumplir un año sufriendo las graves secuelas del Covid19. Las consecuencias tangibles están en visos de recuperarse, aunque lentamente: la vuelta del público a los estadios, aunque sea escalonada, cada vez parece más cercana. Con ello, los clubes volverán a facturar por abonados, ticketing, hospitality o merchandising.
Ya se habla en el sector de las tres fases, aunque como todo lo que ha envuelto esta pandemia hay que cogerlas con pinzas, que apuntan a una temporada en blanco (20-21), una temporada de transición (21-22) y una temporada plena (22-23). Hay quien incluso opina que la temporada 22-23, con la novedad de todo un Mundial en medio y con las ansias de regresar a los estadios plenamente, puede llegar a ser una temporada de históricos porcentajes de aforo.
Pero hay que focalizarse quizá aún más en las consecuencias intangibles y recuperar rápidamente la emoción del matchday: no son pocos los aficionados que ante la preocupación de un presente incierto y ante unos partidos que en muchas ocasiones parecen simples entrenamientos con las gradas vacías, han perdido cierto interés en el fútbol.
Aunque suene un poco a hipérbole, la gente en el estadio representa que el fútbol es el deporte del pueblo, y la presencia de público te hace sentir representado y es lazo de conexión sentimental entre afición y jugadores.
Es un aviso a navegantes que el consumidor se acostumbre a no acudir al estadio, puesto que, aparte de la pérdida de ingresos directos e indirectos, a la larga puede suponer un cambio brusco de todo el modelo y sentido que ha sustentado este deporte durante más de cien años.
No se trata obviamente de perder peso en ticketing, se trata de seducir al aficionado local y conseguir aforos más próximos al sold out con la ayuda del autóctono
Hay que empezar a hacer una política proactiva desde ya. Para que un club sea más global, hay que cuidar al abonado local, usando la tecnología, ofreciendo abonos adaptados a cada caso por consumo y con precios asumibles y también diversificando la oferta del matchday adaptándola a los nuevos tiempos, con numerosas experiencias paralelas. Aunque el ticket de un solo día aporte mucho más beneficio que el pase por temporada, no se puede descuidar al abonado ya que a largo plazo va a ser quien ocupe la mayoría del recinto semana a semana.Y hay que cuidarlo para no romper el círculo virtuoso.
No hay que olvidar que el one-day-user (básicamente turista o al menos que no vive en esa ciudad) va a disfrutar no sólo del partido, sino de la experiencia. Y más aún, quiere vivir la experiencia como local o al menos experimentar cómo la viven los locales. El círculo virtuoso consiste en atraer más aficionados locales, que también son parte de lo que se quiere ver o experimentar, que aficionados ocasionales o turistas, que son los que vienen a vivir la experiencia. Cuando estos últimos se encuentran rodeados de una mayoría como ellos, se encuentran en una paradoja.
No se trata obviamente de perder peso en ticketing, se trata de seducir al aficionado local y conseguir aforos más próximos al sold out con la ayuda del autóctono. Y hay clubes, sobre todo los más grandes de nuestra Liga, que los últimos años se han acercado peligrosamente a romper este círculo.
David Gilabert
Fundador y director ejecutivo de True Colours Events.
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