Sea quién sea el máximo culpable, si hay uno único, el mal mayor está hecho, Leo Messi abandonará La Liga. Era el desenlace que nadie deseaba, ni quería, excepto algunos enemigos acérrimos en lo futbolístico del Barça. El fútbol español pierde a su máximo activo individual, que la carrera de Messi se hubiera extinguido en la competición local hubiera sido lo mejor para todos. Que el FC Barcelona, a través de sus directivos y ejecutivos, no haya medido bien el impacto que tendrá la baja del argentino, en el corto y medio plazo, en términos de generación de ingresos de patrocinio y merchandising creo que demuestra una cierta miopía en este ámbito.
Esa aseveración se demostrará con el paso del tiempo y la cartera de contratos que la entidad azulgrana firme en breve y la venta de camisetas, principalmente. A pesar de todo ello, la competición española seguirá siendo la segunda competición liguera más importante del fútbol mundial, que nadie lo dude, en eso no intentaré contradecir a Javier Tebas, quien siempre ha defendido que es así. Pero que tampoco nadie lo dude, su marcha nos empequeñece.
Messi, por sí solo, genera audiencia allá donde vaya y, por tanto, es sinónimo de generación de ingresos. Pero que nadie, absolutamente nadie, ponga en entredicho que Leo debe ser en el futuro un activo del fútbol español con presencia y contrato vitalicio. Pero este artículo quiero fundamentarlo en una acción de presente, que no de futuro, sobre el valor del activo que representa el jugador rosarino en nuestra competición y la fuerza de los simbolismos en el mundo de las estrategias de marca. Leo Messi es una marca ligada al FC Barcelona, que hubiera tenido más valor, si nunca jamás vistiera otra camiseta que la azul y grana, pero repito, eso ya no tiene vuelta atrás.
Que el FC Barcelona no haya medido bien el impacto que tendrá la baja del argentino en ingresos de patrocinio y merchandising creo que demuestra una cierta miopía en este ámbito
La sociedad y la digitalización parecen evolucionar más rápido que los difíciles entramados del mundo federativo futbolístico. Sin perder el hilo, gran prueba de ello, son los cambios de hábitos de los más jóvenes que demandan una clara adaptación de los formatos competitivos y audiovisuales balompedísticos, pero eso sería tema para otro artículo. La reglamentación de la LaLiga no permite retirar el dorsal de un jugador, puesto que la normativa dispone que los dorsales del 1 al 25 deben estar disponibles para los jugadores de la primera plantilla de los equipos, mientras que los del 26 al 50 serán para los jugadores del equipo filial que jueguen puntualmente con el primer equipo.
Los clubes españoles que han decidido actuar de esa forma están limitados a tener un jugador menos en su plantilla y, por tanto, ver reducida su capacidad competitiva, como sucede en el caso del RCD Espanyol con el caso de Dani Jarque. Eso no pasa en otras ligas, donde se puede retirar la camiseta de un jugador mítico, como ha sucedido en la Premier League o la Serie A, sólo por citar los dos ejemplos más significativos de la multitud que existen en Europa.
¿Alguien tiene un solo atisbo de duda de que Leo Messi es el mayor activo de nuestra Liga en el pasado? ¿Retirar su camiseta de forma oficial, no oficiosa, no sería seguir teniendo ese activo parcialmente vivo en la marca LaLiga? Obviamente, en primer lugar, esa es una decisión que debe decidir la actual junta directiva del FC Barcelona, pero no tengo ninguna duda de que esta acción sería fácilmente secundada y ovacionada por la gran mayoría de sus aficionados. Leo Messi es una marca que tiene un efecto multiplicador sobre la marca Barça y que por tanto hace grande la Liga. ¿Para cuándo el cambio de reglamento entonces?
Enric Jové, CEO de McCann Barcelona y CIO de McCann Spain
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