Las cintas de TRX son uno de los equipamientos de entrenamiento más habituales de los gimnasios; sin embargo, su continuidad en el mercado del fitness no está garantizado. Este sistema de entrenamiento de suspensión, que se basa en cintas para ejercitarse con el peso corporal, se ha declarado en bancarrota y ha salido al mercado en busca de comprador. Se desconoce el precio de venta con el que ha salido al mercado.
Fundada en San Francisco en 2004, TRX cerró su mejor año en volumen de negocio en 2020, cuando durante el confinamiento los clientes adquirieron su equipamiento para ejercitarse en casa. Tras la vuelta de los clientes al gimnasio, la empresa se ve obligada a redimensionar su tamaño, lo que provocará una reestructuración.
La facturación de TRX procede de venta de equipamiento y la formación de técnicos especializados en entrenamientos de suspensión. A ello se sumó una plataforma digital de entrenamiento en directo y en diferido bajo suscripción que lanzó en 2021. Asimismo, en el último año ha lanzado un ecommerce para vender directamente al cliente final.
“La compañía logró un año récord en 2020 debido al rápido crecimiento experimentado con el boom del fitness doméstico durante la Covid19, pero ahora afrontamos vientos en contra, como el aumento de la competencia y los desafíos macroeconómicos a los que se enfrentan muchas otras empresas. Este proceso permitirá a TRX reducir sustancialmente su deuda y ajustarse más rápidamente a las demandas de los consumidores tras la pandemia”, ha explicado la empresa en un comunicado.
La empresa ha explicado que tiene la intención de llevar a cabo este proceso de reestructuración de la forma más rápida y eficiente posible, y salir del concurso de acreedores con un nuevo socio, un balance saneado y unas operaciones sólidas en beneficio de todos los empleados, clientes, proveedores y otros socios de TRX.