La Covid-19 ha puesto a prueba el modelo de negocio de los gimnasios durante el confinamiento, la fiabilidad de sus estrategias de captación durante la desescalada y su capacidad de ofrecer servicio fuera del club desde el estallido de la crisis. Pero nada de ello sería posible sin el apoyo de los accionistas que, frente a la caída de ingresos, han apostado por seguir arrimando el hombro. VivaGym Group es un ejemplo. Según ha podido saber 2Playbook, los dueños de la cadena de gimnasios han inyectado otros 10,4 millones de euros en la empresa con el fin de reforzar su balance y ayudarla a capear las tensiones de caja provocadas por la pandemia.
La operación, que se ejecutó a finales de abril, no ha alterado la estructura accionarial de la compañía, que desde septiembre de 2015 está controlada por el fondo de inversión británico Bridges Fund Management. Desde entonces, sus aportaciones han sido constantes, como la de 47,6 millones de libras (55,3 millones de euros) que encabezó en 2018 para financiar la adquisición de la cadena lusa Fitness Hut.
Además del fondo, que a cierre de 2019 controlaba el 54,5% de las acciones, entre los socios también están UKSA Malta, con un 12,5%; el presidente, Mark Heappey, el consejero delegado, Juan del Río, y el director financiero, James Hurrell, que conjuntamente ostentan un 9,3%; y otros miembros de la dirección, con un 8%.
La inyección de 10,4 millones se suma a la de 9,4 millones que se realizó a finales del pasado enero y a la de 5,4 millones firmada en septiembre de 2020. En total, los accionistas de VivaGym han inyectado 25,2 millones de euros en la cadena de gimnasios desde el estallido de la crisis sanitaria. Está por definir si la cadena deberá devolver estos préstamos o si se capitalizará deuda, de modo que se aligere el pasivo.
VivaGym facturó aproximadamente 50 millones de euros en 2020, un 34% menos que el año anterior
En cualquier caso, los recursos se han destinado a reforzar la situación de tesorería de la empresa y hacer frente a sus obligaciones con proveedores en un momento en que la cadena no ha recuperado el volumen de clientes previo a la Covid-19. Si bien es cierto que la empresa frenó su expansión en 2020 por la pandemia (y para contener costes), ahora está reanudando sus planes de crecimiento, aunque no al ritmo de crecimiento que demostró entre 2018 y 2019.
La cadena superó los 50 millones de euros de facturación en 2020, pero la caída del negocio fue del 40% en comparación con el año anterior. De no ser por la pandemia, habría finalizado el último ejercicio con un centenar de clubes operativos en España y Portugal, una cifra que ahora espera alcanzar en 2022, quedándose a las puertas de los 100 gimnasios en la región en 2021.
Este año ha puesto en marcha un club en Sants-Les Corts, en Barcelona, y próximamente abrirá otro club en el Eixample de la capital catalana y en el distrito financiero de Madrid, Cuzco. Con esos dos proyectos, contará con 99 clubes en España y Portugal. Sólo en España opera 54 centros en Cataluña (20), Madrid (9), Andalucía (6), Comunidad Valenciana (6), Aragón (4), País Vasco (4), Baleares (3), Galicia (1) y Murcia (1), que se suman a las 43 que opera en Portugal
En Cataluña, su principal área de influencia, VivaGym ha crecido combinando crecimiento orgánico con adquisiciones como la de Duet Fit. Por esta cadena, que le permitió absorber 13 instalaciones, pagó 37,7 millones de euros, como avanzó este medio. De este importe, 15 millones fueron a través de un crédito PIK (en especies), por el cual los intereses de préstamos se pagan mediante una nueva emisión de deuda a favor de Ares.
Los 18 millones de euros de deuda bancaria restante corresponden al crédito que se pidió en 2018 para crecer por la vía orgánica, es decir, sin adquisiciones. A cierre de 2019, aún quedaban siete millones para invertir en nuevos clubes, en los que invierte de media 1,4 millones de euros.
A 31 de diciembre de 2019, el pasivo bancario de la compañía ascendía a 93 millones de euros, 86,7% más que en 2018. Además, la cadena tiene comprometidos 231 millones de euros en alquileres en total, con un gasto anual en arrendamientos que ronda los diez millones de euros, según se desprende de las cuentas de la compañía, que en 2019 facturó 76,3 millones de euros y registró unas pérdidas de 11,6 millones.