Un nuevo player internacional ha saltado al parqué para impulsar su crecimiento y hacerlo sin depender exclusivamente del fitness, la industria que le vio nacer. Se trata de Life Time, una de las mayores cadenas de gimnasios de Estados Unidos y el operador al que miran numerosas compañías del segmento premium en busca de inspiración. La compañía ha padecido los estragos de la Covid-19 al sufrir unas pérdidas de 360 millones de dólares (311 millones de euros) en 2020, pero ello no le ha impedido seguir adelante con sus planes de expansión y diversificación del negocio.
La prueba es que ha entrado en el sector inmobiliario con la puesta en marcha de sus primeros complejos residenciales. Por el momento, los ingresos de la compañía se dividen esencialmente entre los abonos, que representan un 69% de la facturación total, y la contratación de servicios en los centros, como el entrenamiento personal, los cursos de natación, los programas para el público infantil, el acceso al spa o el servicio de restauración, que en total coparon un 30% de las ventas en 2020.
En 2019, año prepandemia, este segmento generó el 34% del negocio. A cierre de 2020, sus ventas totales se situaron en 948,3 millones de dólares (820,4 millones de euros), un 50% menos que durante el año anterior.
Hasta la Covid-19, Life Time mantenía un buen ritmo de crecimiento y rentabilidad. El 2019 lo cerró con unos ingresos de 1.900 millones de dólares (1.643 millones de euros) y un beneficio de 30 millones de dólares (25,9 millones de euros). Eso sí, su deuda total multiplicaba por cuatro su ebitda, que fue de 438 millones de dólares (378,9 millones de euros). El principal motivo son las elevadas amortizaciones y los alquileres, que incluso en año de pandemia aumentaron un 12% interanual.
A cierre de 2020, la compañía operaba 155 instalaciones, el 59% de las cuales eran en régimen de alquiler y el resto en propiedad, una red que ha ido creciendo desde que en 2015 dejó de cotizar en Bolsa tras ser adquirida por los fondos Leonard Green & Partners y TPG. En este tiempo no sólo expandió su huella en EEUU, sino que también aumentó el ingreso medio por abonado un 12% entre 2015 y 2019, cuando alcanzó los 2.172 dólares anuales. Eso sí, en el año de la pandemia cayó hasta 984 dólares.
“Creemos que veremos un repunte en los ingresos a medida que dejemos atrás la pandemia”, explican. La clave está en la diversificación de servicios para que los clientes no se limiten a pagar únicamente la cuota, sino que también contraten cursos y escuelas deportivas, y utilicen el servicio de restauración o de belleza. Si bien su oferta está centrada en el fitness y el wellness, también organiza eventos deportivos y sociales, campus de verano, salidas para ciclistas y corredores, e incluso alquila sus instalaciones a los jugadores de la NBA durante el verano.
“Estamos ampliando nuestro ecosistema para que nuestros usuarios puedan integrar la salud y el bienestar de manera holística en todos los aspectos de su vida diaria”, reconoce la compañía. Ahí entra en juego la puesta en marca de Life Time Work, un modelo de coworking con centro deportivo integrado para “promover un entorno de trabajo saludable”. Las oficinas que no cuentan con gimnasio incluyen el acceso a los clubes de la compañía. Life Time ahora ha dado un paso más allá al lanzar Life Time Living, una línea de complejos residenciales de lujo en las que el deporte juega un papel fundamental.
En paralelo, ha expandido su oferta omnicanal mediante el contenido de entrenamiento online y ha firmado una alianza estratégica con Apple Fitness+ para integrar la suscripción a esta plataforma en su oferta.
Hasta el pasado julio, la compañía daba servicio a 767.458 abonados, 93.500 de los cuales eran usuarios on-hold, una categoría creada durante la Covid-19 para todos aquellos abonados que aún no quieren volver al club, pero sí beneficiarse del uso de la suscripción digital de por vida y el regreso al club sin pagar matrícula. “Más de 158.000 inscritos de digital on-hold han vuelto a entrenar en el centro durante el primer semestre de 2021”, afirma la dirección en sus cuentas. Dado que la compañía comercializa abonos familiares, el número total de clientes asciende a 1,4 millones.
La empresa justifica que su propuesta es atractiva porque el 25% de las altas proceden de usuarios y familias que habían estado apuntados con anterioridad, y que se habían dado de baja por motivos externos, como un cambio de domicilio.
Ahora que la empresa ha vuelto a salir a Bolsa, la intención es destinar parte de los 702 millones de dólares captados (607 millones de euros) a pagar deuda y contar con liquidez para invertir, con el objetivo de regresar a la senda del crecimiento postpandemia y alcanzar, al fin, los 2.000 millones de dólares facturados (1.730 millones de euros), un umbral que no logró superar en 2019.