Infinit Fitness tira de ingenio y del pequeño inversor para expandir su cadena de gimnasios por España. La compañía especializada en centros deportivos 24 horas quiere evitar que el Covid-19 frene su expansión, y ha decidido abrir su capital a pequeños accionistas para crecer en el país. Según ha podido saber 2Playbook, la compañía ha lanzado una moneda virtual para que los inversores puedan comprar acciones de la compañía.
En una primera fase, se abrirá el capital de Infinit Fitness y más adelante lo harán las sociedades que se creen para la apertura de centros franquiciados. La primera fase arrancará en los próximos meses y “después haremos un roll out para que entren en gimnasios que tenemos en cartera y que prevemos abrir en la próxima primavera”, comenta a este diario Marcos Baroja, fundador y consejero delegado de la cadena.
La sociedad será una franquicia gestionada por el personal de Infinit Fitness, que tendrá un 20% del accionariado; el resto lo aportarán otros inversores, desde pequeños accionistas que formen un grupo de propietarios hasta socios que deseen invertir más dinero y tengan buena parte del capital. En el caso de que varios inversores aporten pequeñas cantidades de dinero, la toma de decisiones se sindicará para agilizarla. La inversión necesaria para abrir un club Infinit Fitness oscila entre 350.000 euros y 400.000 euros.
Baroja confía en que con este proyecto se agilizará la entrada de recursos, puesto que no es necesario que un notario autorice la transacción. “Lo vamos a abrir a los abonados de los gimnasios para que puedan ser socios de su propio club”, añade el directivo.
Si bien es la primera vez que la compañía se apoya en los tokens para dar entrada en el capital, desde que se fundó en 2012 ha apostado por un modelo de crecimiento colaborativo, es decir, franquiciando la marca o participando económicamente en las sociedades de las franquicias. A este modelo se sumó hace dos años la captación de inversores que participan en el capital de un club gestionado directamente por la central. “Es un ámbito en el que queremos seguir creciendo”, recoge.
Infinit Fitness cerró 2019 con unos ingresos de cuatro millones de euros
La compañía cerró 2019 con 7.500 clientes y una facturación de cuatro millones de euros, un importe que caerá en 2020 debido al Covid-19, el cierre de centros durante el confinamiento y la caída de clientes. “Cerraremos el año como todos los operadores; con menos ingresos, más deuda y probablemente sin beneficios”, detalla, al recalcar que “no estamos en situación de liquidación, pero la incertidumbre es enorme”.
Baroja reconoce que el haber desarrollado un crecimiento y un endeudamiento “prudente”, les ha permitido “acceder a más financiación”. También afirma sentirse optimista, ya que “hay un sector de la población que probablemente es más consciente de que el Covid-19 y el síndrome metabólico están directamente relacionados”. Además, insiste en que el modelo de Infinit Fitness puede haberse visto menos afectado que otros operadores, al gestionar centros de poco tamaño y con pocos clientes. “Pudimos abrir desde el principio de la desescalada e hicimos inversión en personal para cumplir la condición de un cliente, un técnico”, recuerda.
La cadena, que opera con un ticket medio que supera los cincuenta euros mensuales, trabaja para fidelizar a sus abonados. “No bajaremos precios, pero reforzaremos la propuesta de valor mediante la atención personalizada”, afirma. Aquí entra el juego el proyecto Mi Infinit, creado para acompañar al usuario basándose en una relación híbrida, online y presencial.
El directivo no esconde que el número de socios de sus gimnasios ha caído, aunque matiza que el tipo de servicio que ofrecen los clubes de la cadena ha ayudado a que dicho retroceso sea inferior al que podría haber sido. “Hemos bajado mucho, especialmente en los centros que operan en parques empresariales”, admite.
Baroja lamenta que la cadena venía en tendencia positiva en agosto, pero en septiembre ha supuesto un viraje. “Cuando estábamos recuperando la confianza y la credibilidad, se ha vuelto atrás con medidas como el uso de mascarillas obligatorio, que lanza un mensaje de que dentro hay peligro pese a las medidas que se han tomado”, apunta. También reconoce que el cliente del gimnasio es una persona de hábitos y que, “al perderse esa costumbre, cuesta más recuperarlo”.