“La Administración de Reino Unido debe proteger este sector antes de que sea demasiado tarde”. Así de claro se ha mostrado Huw Edwards, consejero delegado de UKActive, la patronal británica del sector del fitness, que encara su tercer cierre desde el estallido de la crisis sanitaria. Boris Johnson ha anunciado un confinamiento similar al que se llevó a cabo en marzo, lo que implica que los gimnasios no podrán volverá a operar hasta que se levante esta restricción. De ahí que UKActive haya pedido al Gobierno ayudas para mitigar el impacto económico del cese de su actividad.
“Los operadores de todo tipo de tamaño en el país están haciendo sonar la alarma de que sus negocios son insostenibles y enfrentan pérdidas sustanciales de empleos si se ven obligados a cerrar nuevamente sin un paquete integral de apoyo financiero y personalizado”, ha explicado Edwards, que no ha puesto cifra al rescate que necesita el sector.
El problema es que el tercer cierre temporal que afrontan los gimnasios británicos llega en un momento de fuerte actividad comercial, ya que todos los años se registran numerosas altas en los gimnasios entre enero y febrero, coincidiendo con el arranque del curso. “Gimnasios, centros de ocio y piscinas tienen ingresos cero en la actualidad”, ha recalcado.
La organización se ha mostrado partidaria de seguir trabajando con los distintos gobiernos para ayudar a las personas a mantenerse activas y, en particular, para hacerlo entre los grupos que necesitan las instalaciones indoor para entrenar, como son las personas con bajos ingresos o los usuarios que están en rehabilitación. “Hemos encontrado soluciones trabajando con los gobiernos en cada etapa de esta crisis, y debemos hacerlo nuevamente ahora”, ha añadido Huw Edwards.
El Gobierno británico sí que permite a la ciudadanía salir de sus casas por motivos laborales en el caso de que no pueda realizarse teletrabajo, así como para acudir al médico, a la farmacia, a los establecimientos de alimentación y a hacer deporte al aire libre.