La escalada pasa del nicho al mainstream. Esta modalidad, que a principios del siglo XXI era considerada un deporte minoritario, ha expandido su base y se ha transformado en un fenómeno social. No es casual que el Comité Olímpico Internacional (COI) la incluyese en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y París 2024, y la mantenga en el programa de Los Angeles 2028. El auge de los rocódromos comerciales es síntoma de la popularidad de una disciplina que hasta hace poco se reservaba a los amantes de la montaña. Su modelo de negocio ya no se limita a la subida de muros. Una evolución necesaria para ser rentable y escalable que ha acercado estas instalaciones a los gimnasios. ¿Pero hasta qué punto son una amenaza o un complemento para el fitness?
Dos datos corroboran el interés creciente por parte de los españoles respecto al mundo de la escalada deportiva. La Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme) es la cuarta en número de deportistas federados en el país tras pasar de 62.141 a 248.252 licencias entre 2000 y 2023. Además, el senderismo y el montañismo fueron la modalidad deportiva más practicada entre los españoles activos en 2022, según la última Encuesta de Hábitos Deportivos. Un 30,8% de los encuestados, dos puntos porcentuales más que en 2015, eligieron esta práctica -que incluye otras disciplinas aparte de la escalada-, por encima incluso de los ciclistas (28,4%) o las personas que practicaron gimnasia intensa (28%), musculación y halterofilia (17%).
El aumento de la demanda propició un fuerte incremento del número de salas de escalada comerciales en el país. En España existen al menos 227 rocódromos indoor operativos, según datos extraídos de Intelligence 2P, la unidad de estrategia e inteligencia de mercado de 2Playbook. En siete comunidades autónomas hay al menos una decena, con Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana al frente, con 48, 39 y 24 instalaciones, respectivamente. Madrid, Barcelona y Valencia son las ciudades con un mayor número, con 18, 11 y 8, respectivamente.
En España existen al menos 227 rocódromos indoor operativos, con Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana como zonas con mayor densidad de centros
“La escalada indoor se ha popularizado por diferentes factores. Ha perdido su estigma como actividad peligrosa y reservada a personas muy preparadas y aventureras. Además, la modernidad y seguridad de las instalaciones actuales permite combinar en un mismo espacio recorridos para gente muy experimentada y para un público de iniciación”, explica José Manuel Vázquez, de Sputnik Climbing.
Junto a Indoorwall, Climbat y Sharma Climbing es de las pocas cadenas con tres o más rocódromos en España. Las cuatro han duplicado su red, pasando de 11 a 22 centros entre 2019 y 2025. Y su intención es continuar expandiéndose en los próximos años. Son las principales responsables del crecimiento de un sector en el que no todo es oro todo lo que reluce. Sólo en el último lustro también se han bajado la persiana unas 25 instalaciones en el país, incluidas las seis que llegó a gestionar Climbing Planet, cadena ovetense que se disolvió en 2024 debido a dificultades económicas.
Reinventarse o morir: la escalada crece con un modelo de negocio diversificado
La mayoría de cierres se explican por la falta de inversión para modernizar instalaciones que quedaron obsoletas y que ofrecían únicamente escalada. Para sobrevivir en el entorno actual, cada vez más competitivo, los rocódromos se han reinventado. Por un lado, modificando la apariencia de sus paredes: rotando con mayor frecuencia las vías, optando por diseños más creativos e integrando innovaciones tecnológicas y elementos de gamificación. Por otro lado, también han añadido nuevos servicios para diversificar su negocio: desde la creación de escuelas para niños a la formación de profesionales, pasando por eventos o la restauración.
“Cuando empezamos, los precios de los alquileres, la luz, el personal o incluso el IVA eran más bajos. Teníamos un margen que daba una rentabilidad y un ebitda interesantes. Con el paso de los años hemos visto que el retorno de la inversión es más lento, y que tal vez sólo le sirve para tener un buen sueldo a los pequeños que surgen a modo de autoempleo”, comenta Israel Macià, presidente del grupo Indoorwall. La compañía ha cerrado dos de sus primeros centros en los últimos meses y retomará su expansión con dos modelos diferenciados.
Por un lado, buscará crecer, en centros urbanos, con instalaciones pequeñas que contarán con un elevado despliegue tecnológico: muros inteligentes, paneles luminosos y otros elementos de gamificación. Por otro lado, desarrollará instalaciones de mayor formato como la que está construyendo junto al Riyadh Air Metropolitano. La inversión en este proyecto será de 15 millones, un importe muy superior a los 2,6 millones que ha invertido el Ayuntamiento de Cáceres en el rocódromo Alberto Ginés, en el Centro Nacional de Tecnificación de la Ciudad Deportiva, o los 6,5 millones de euros que destinará Skala en su segunda instalación, en Valladolid.
“La idea es crear instalaciones multideporte en las que el retorno de la inversión será más viable. Tendrá una escuela y podrá albergar competiciones. Además, podremos explotar la línea de los eventos”, añade Macià. El fitness cobrará un mayor protagonismo en sus próximos centros. “Ya es algo que tenemos en casi todos los rocódromos. Más que incorporar hierro, buscamos elementos que sirvan como complemento para la escalada. Muchos rocódromos estamos integrando cada vez más este tipo de servicios, que son un extra incluido en la cuota y no aportan un plus de facturación”, amplía el directivo.
Junto a Indoorwall, la compañía de rocódromos que ha integrado más espacios de fitness en sus instalaciones es Sharma Climbing. Tanto en Gavà (Barcelona) como en Madrid cuenta con un gimnasio con equipamiento de cardio, musculación, entrenamiento funcional, calistenia y estiramientos, además de yoga. Una apuesta similar a la que ha realizado la cadena estadounidense Brooklyn Boulders, que también cuenta en sus dos centros con salas diferenciadas de fitness, con zonas de fuerza, cardio, Hiit, yoga, boxeo, capoeira, entrenamiento personal o coworking. En España, el acercamiento de la escalada comercial hacia los gimnasios es mucho más incipiente y no busca, según las cadenas consultadas, convertirse en un competidor directo, sino más bien una alternativa con una propuesta diferenciada que puede contribuir a ensanchar el mercado de gente que paga por hacer deporte.
“La escalada ofrece ventajas similares a las de un gimnasio en lo que se refiere a mantenimiento, rutina saludable y desarrollo físico, pero tiene unas características muy especiales. Además del punto de emoción que le da la altura, muchos han descubierto en un deporte tan completo o más como el que pueden realizar en otros centros. Y quizás más divertido, porque implica poner en alerta muchas aptitudes además de la fuerza, la resistencia y la técnica”, asegura Velázquez.
El responsable de comunicación de Sputnik Climbing destaca el factor comunidad como uno de sus ejes vertebradores: “Algunas cadenas de gimnasios buscan basar su estrategia de negocio en lo que ocurre en las salas de escalada de forma orgánica desde hace cuarenta años. Los primeros muros artificiales que se construyeron eran lugares de reunión donde la comunidad escaladora compartía experiencias y quedaba para salir a la montaña. Hoy ocurre lo mismo, y se mezcla con comunidades con inquietudes muy distintas. La vertiente social que genera a su alrededor antes, durante y después de la actividad es muy importante”. La compañía facturó 11,2 millones el año pasado, dando servicio a cerca de 10.000 socios, además de clientes puntuales, en sus cinco instalaciones.
Otro elemento cada vez más habitual en rocódromos, y que se asemeja a algunos gimnasios premium, es la existencia de zonas de hostelería que también ejercen como puntos de encuentro entre los clientes. Además, se han convertido en otra línea de negocio cada vez más atractiva para los rocódromos: “No somos especialistas en restauración, y cuando decidimos subarrendar el servicio en centros como el de Mallorca conseguimos aumentar la facturación”, asegura el cofundador de Indoorwall.
El rechazo de los gimnasios a incorporar rocódromos
Si los rocódromos empiezan a dar tímidos pasos hacia el sector del fitness, este último no contempla seguir el camino opuesto. De entrada, por una limitación de espacio, ya que la mayoría de gimnasios no requieren del espacio suficiente. “Ni nos lo hemos planteado, porque no somos especialistas, ni conocemos el modelo, ni nos vemos capaces para desarrollarlo”, comenta Óscar Martínez, cofundador y director general de Enjoy Wellness. “No está en nuestras prioridades, mantendremos el modelo de servicio de programa completo, pero de fitness”, amplía el directivo, en línea con otros operadores de los segmentos concesional y premium consultados por 2Playbook.
“Los rocódromos necesitan un espacio y un clima si quieres que sea una actividad relevante. Se requieren muchos metros cuadrados para generar diferentes itinerarios y que el rocódromo aporte y no sea algo estético. Hay equipamientos donde se puede plantear, sobre todo en exterior, para usar fachadas, pero en indoor necesitan un espacio, para que sea una práctica interesante”, aporta Alfonso Arroyo, adjunto a la presidencia de GO fit. El directivo reconoce que la compañía no se ha planteado la integración de una pared de escalada en sus instalaciones porque han destinado sus espacios a “otras concepciones”. “
No veo factible que los gimnasios intenten aprovechar espacios disponibles para montar un espacio de escalada. Y eso a pesar de que se nos ha propuesto operar espacios para hacer cantera de escaladores, pero básicamente en algunas instalaciones municipales”, precisa Macià. “No consideramos a los rocódromos un competidor directo, aunque toda opción adicional que tengan las personas que quieran practicar alguna actividad, contribuirá a elevar la práctica deportiva en general”, añade Paloma Pérez, consejera delegada de Forus. Son anecdóticos los gimnasios que incluyen alguna pared de escalada, y la gran mayoría son municipales.
En Barcelona se encuentran varios ejemplos: el CEM Can Carelleu, gestionado por Claror, que cuenta con una pared de escalada en una pista de baloncesto cubierta; o el CEM Can Dragó, operado por Eurofitness, que dispone de una pared de escalada exterior. “Lo visualizamos como un espacio más que ponemos a disposición del cliente y que solo suponga un nuevo coste para el usuario si implica también la intervención de un profesional especialista”, explica Josep Viladot, director general de Eurofitness. La disponibilidad de un rocódromo complementa la oferta multideportiva de esta compañía, que intenta incluir en sus instalaciones “cualquier iniciativa que promueva la actividad física y el deporte”.
“Hace años que existen rocódromos tanto en centros municipales como privados, pero la diferencia con el momento actual es que la presencia de la escalada en los Juegos Olímpicos le ha supuesto una visibilidad y notoriedad que facilitará que su práctica se extienda de manera más acelerada”, añade Viladot. No son las únicas cadena concesionales que han tenido algún rocódromo en la capital. “Llegamos a tener una pared horizontal de boulder que usaban los niños de diferentes escuelas. Hemos planteado varias veces incluir alguna otra pared, pero no hemos entrado en este mundo. No es una línea que estemos estudiando”, admite Carles Meilan, presidente de CET10.
Otro centro premium de la capital catalana también quiso aprovechar el boom de la escalada. “Nos planteamos la posibilidad de construir un rocódromo en una zona exterior ajardinada, pero la idea se descartó porque finalmente ocupamos el espacio por otros elementos como sacos de boxeo y entreno al aire libre. No quedó suficiente espacio para un rocódromo con las medidas de seguridad necesarias”, reconoce Eduard Cabré, gerente del Bonasport Club, centro premium de la zona alta de Barcelona.
La excepción se encuentra en Estados Unidos. En algunos de sus centros deportivos, como el que gestiona en Alpharetta (Georgia), Life Time sí combina la escalada con el gimnasio, diferentes piscinas, una pista de baloncesto y otras de deportes de raqueta. Eso sí, la compañía premium suele operar instalaciones de entre 9.000 y 30.000 metros cuadrados con diferentes alturas, unas características al alcance de muy pocos operadores en España.
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