Si uno de los efectos de la pandemia ha sido el boom del entrenamiento en el hogar, con la derivada lluvia de millones captados por las plataformas tecnológicas de home fitness, durante la incipiente recuperación del sector de los gimnasios están siendo las plataformas de intermediación las que están captando el interés del capital. En menos de 24 horas, Gympass y Urban Sports Club (USC) han captado más de 260 millones de euros a través de rondas de inversión.
¿El señuelo? El trabajo híbrido, que supone que los usuarios combinen el trabajo en remoto con el presencial, y que provoca un mayor interés por entrenar en varios centros deportivos según convenga al cliente. ¿El objetivo? Impulsar su crecimiento internacional.
“La creciente incidencia de problemas de salud mental entre los empleados debido al aislamiento social y la falta de equilibrio entre el trabajo y la vida personal a raíz de la pandemia, está haciendo que muchas empresas se centren en gran medida en incorporar programas de bienestar corporativo, y este factor explica la fuerte expansión de este mercado el futuro”, asegura la firma de estudios de mercado P&S Intelligence, que cifra en 100.000 millones de dólares (83.840 millones de euros) el tamaño de este negocio del wellness corporativo en 2030.
Es un mercado con margen de crecimiento. Según el European Health & Fitness Market Report 2021, antes de que estallara la crisis sanitaria, el 33% de los europeos que estaba inscrito en un gimnasio; y, tras la pandemia, el 34% prevé que se apuntará a un club. Además, sólo el 24% espera entrenar vía online tras la Covid-19, por el 25% que admitía hacerlo antes de la crisis sanitaria. Son cifras que apuntan hacia un paulatino regreso al centro deportivo, tras los cierres temporales que han protagonizado desde marzo de 2020.
Los expertos apuntan a que la cercanía del club al hogar o el trabajo es un factor clave para aceptar o rechazar una cuota al gimnasio, por lo que, en un momento en que el trabajo híbrido es tendencia, cobra más sentido que nunca que el socio cuente con más de un club de fitness de referencia: uno junto a la oficina y a menos de diez minutos de su casa. De ahí que los fondos de inversión hayan decidido invertir en las plataformas de intermediación, que ofrecen una solución para este tipo de usuario.
El fitness corporativo se antoja un compañero de viaje vital en el camino trazado por el lobby europeo de los gimnasios, EuropeActive, para contar con 100 millones de abonados a los centros deportivos en 2030. “Los programas de wellness corporativo van a ser muy importantes; si como empleador quieres aportar un plus a los trabajadores, ofrecerles un plan de wellness corporativo marca la diferencia”, sostiene Karsten Hollasch, socio de Deloitte y autor del estudio European Health & Fitness Market Report.
Un informe elaborado por la misma firma de servicios en España antes de la pandemia apuntaba a que casi el 78% de las empresas preveían incrementar sus inversiones en programas de fitness para sus empleados hasta 2022. Es un porcentaje que estaba por encima del 70% de los gimnasios que facilitaban una oferta corporativa a las empresas y, de hecho, el 44% de los clubes apuntaba a que los clientes corporativos suponían menos del 5% del total de ingresos.
Entre la dificultad de las cadenas por lanzar campañas de captación específicas para el público corporativo, y el desafío de las empresas por implementar programas de salud y actividad física in house, surgieron los intermediarios entre las compañías y los centros de fitness.
Las plataformas de intermediación entre gimnasios y usuarios, que permiten a los clientes acudir a miles de centros deportivos sin estar inscrito en ninguno, han generado un fuerte debate en el sector del fitness durante los últimos años por el control del dato del cliente, en manos de estas tecnológicas, sin tener ni un solo centro deportivo en propiedad. Sin embargo, ello no les ha impedido captar capital cuando lo han necesitado.
Sin ir más lejos, en 2018 Urban Sports Club cerró una ronda de financiación de ocho dígitos liderada por Partech. En aquel momento no trascendió el importe de la operación, a la que ayer se sumó otra ronda por ocho dígitos: 80 millones de euros.
Gympass, que en junio de 2019 captó 300 millones de dólares de SoftBank, ha vuelto a convencer al conglomerado japonés, que ha liderado una ronda de 220 millones de dólares (184,4 millones de euros) en el proveedor brasileño, que antes de la pandemia mudó su sede a Nueva York. Hoy, su valoración supera los 2.200 millones de dólares (1.844 millones de euros).
Su rival, ClassPass, alcanzó una valoración de 1.000 millones de dólares (838 millones de euros) en 2020 tras levantar 285 millones de dólares (238 millones de euros). Desde su fundación, la empresa ha cerrado rondas de financiación por 550 millones de dólares (461 millones de euros).
Estas empresas permitían a los complejos deportivos acceder a un perfil de cliente corporativo que usa esta app porque su compañía le subvenciona el plan. A cambio, los centros facturaban un importe por cada acceso. El problema es que algunos de sus clientes decidieron darse de baja y entrenar en el club accediendo a través de la app, por lo que se acusó a estas plataformas de canibalizar al abonado y muchas dejaron de colaborar con ellos.
Años después, estas aplicaciones se han centrado en dar servicio directamente al abonado corporativo, incorporando servicios de estudios boutique y centros especializados, por lo que las grandes cadenas ya no los consideran una amenaza. Además, el hecho de que no hicieran negocio con el público final calmó las aguas y volvieron a ser vistas como plataformas con las que tejer alianzas. Es una posición que se ha visto reafirmada durante la pandemia, en el que Urban Sports Club y Gympass se han pasado al modelo híbrido, dando la opción a los centros de impartir clases dirigidas online para así monetizar las suscripciones durante el periodo de cierre.