“Bartomeu está fuerte y la junta directiva se encuentra en un gran estado de salud”, decía ayer su vicepresidente, Jordi Cardoner. Y es una buena noticia, porque, llegados a este punto, al presidente del FC Barcelona sólo se le puede pedir una cosa. Un último servicio, por así decirlo, para evitar que los siguientes en llegar se quemen nada más coger las llaves de Aristides Maillol: firmar sí o sí el famoso ajuste salarial, tan doloroso como necesario.
Dando por amortizada la legislatura y que su relación con el vestuario ya está muy deteriorada, nadie mejor que él para realizar el último gran sacrificio que se le debe exigir a la actual junta. Porque lo único que va a mover la aguja de verdad para achicar el agujero de 165 millones de euros que hoy existe es una drástica reducción salarial en el primer equipo de fútbol y, en menor medida, el resto de secciones.
Y no, no vale la trampa de alargar contratos para trocear las amortizaciones de fichajes o traspasar el sueldo sacrificado a temporadas posteriores. No sería más que una patada hacia adelante como han sido los trueques con Juventus FC y Valencia CF en los dos últimos veranos.
Si la decisión valiente no es dimitir y facilitar antes de marzo las elecciones, que lo sea dejar un presupuesto aprobado para 2020-2021 que garantice la estabilidad económica o unas mínimas pérdidas. Tiempo habrá para hacer balance de un mandato en el que paradójicamente hay mejores notas en la gestión del negocio que en el área deportiva, hoguera de billetes desde el shock que supuso la salida de Neymar previo pago de 222 millones de euros.
Tan solo una petición más. Que la reducción salarial sea de verdad y permita definir una nueva escala de nóminas, ya no sólo adecuada al contexto económico, sino a las que manejan equipos de tamaño similar. De poco sirve vender una reducción de 42 millones de euros en masa salarial en 2019-2020 si ese recorte sólo sirve para cumplir lo que establecía previamente el presupuesto que avalaron los socios compromisarios. Trampas al solitario no, y menos a estas alturas.