La Superliga vira su rumbo para poder sumar barcos a su flota en su batalla contra la Uefa. La competición, promovida por Real Madrid, FC Barcelona y Juventus, rechaza ahora el modelo cerrado y contar con miembros permanentes para atraer a los clubes y su patronal, la ECA, y reafirma que no se jugará los fines de semana, una de las principales razones por las que tiene enfrente a la European Leagues, la asociación de ligas nacionales del Viejo Continente. “Empezamos en cierta medida de cero”, reconoce Bernd Reichart, su nuevo consejero delegado, a El País. “No existe” el préstamo de 4.000 millones de JP Morgan, apunta.
Con estos dos movimientos, la promotora del torneo confía en poder acercar posturas con clubes y ligas para fortalecerse y centrar el debate en la gestión de los ingresos de la Champions League. Ahora este parece ser el principal objetivo de Madrid, Barça y Juve, los tres supervivientes de la European Superleague Company (ESL), la sociedad preside Florentino Pérez y que ha encargado la promoción de la competición a A22 Sports Management, desde donde trabajará Reichart.
El ejecutivo, que proviene de la industria audiovisual, asegura que su primer reto es “establecer y conducir” el diálogo entre la Superliga y el resto de players del fútbol europeo. “A la Uefa, como es debido, les hemos mandado una carta, y les hemos informado sobre nuestras intenciones de tener un diálogo. No sé si nos van a contestar o no. La carta que envió la Superliga hace un año y medio no fue contestada. No vamos contra nadie, no queremos excluir absolutamente a nadie. Buscar soluciones dentro del mundo del fútbol es algo que no es muy habitual, porque los estatutos de la Uefa, alrededor de su artículo 51, no facilitan un diálogo honesto y abierto sobre el propio futuro”, critica el ejecutivo alemán en el citado medio.
Reichart insiste en que “es una competición abierta basada en la meritocracia”. Más allá de estas “evoluciones” del formato, el consejero delegado de A22 insiste en que “la nueva Champions no me gusta, como a muchos aficionados. Va en la dirección equivocada”.
Con ello apuesta por centrar el debate en la gestión del negocio de la Champions League. En su presentación destacó que “el fútbol europeo está perdiendo su indiscutible posición de liderazgo en el deporte. Y sus consecuencias son gravísimas”. “Es una tendencia que tenemos el deber de revertir antes de que sea demasiado tarde; las nuevas generaciones se centran en otro tipo de espectáculos y entretenimientos”, agregó.
También tuvo palabras para los clubes y el control económico de la Uefa: “El actual modelo financiero del fútbol está roto y es insostenible. Los controles financieros son inadecuados e insuficientes, lo que provoca desequilibrios competitivos y tensiones financieras. El fútbol debe controlar el gasto y vivir de los ingresos que genera, no de inyecciones externas de capital”, apuntó en su video de presentación en clara alusión a Nasser Al-Khelaifi, dueño de Qatar Sports Investment (QSI), fondo catarí que controla el Paris Saint-Germain (PSG), y tras el anuncio de la Superliga presidente de la patronal de clubes (ECA) y nueva mano derecha de Aleksander Čeferin, presidente de la Uefa.
Sobre los siguientes pasos, Reichart reconoce a El País que “empezamos en cierta medida de cero, pero también la situación ha cambiado. Mientras que hace un año y medio se tenía que calcular con la amenaza de la Uefa de ser expulsados de la competición, ahora, con cierta protección jurídica, vamos a tener un marco jurídico seguro para poder defender los intereses de los clubes”. Parte del debate podría quedar aplacado con la decisión que adopte el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) el próximo 15 de diciembre, donde A22 ha planteado un caso de competencia.
Por ahora, ni Reichart ni nadie de la Superliga se aventura a poner fechas de inicio de la Superliga. Algunos medios apuntaron sobre la posibilidad de un estreno en 2024-2025, pero el primer ejecutivo asegura que “no hay ningún timing. Hay tanto camino que recorrer que no sería serio dar ahora fecha o año”.
Cuando se anunció el proyecto, las ligas recaudaban por televisión -su principal línea de negocio- un total de 7.900 millones de euros, importe que hoy podría estar ya rozando los 9.000 millones si se atiende a los nuevos ciclos que se iniciaron a partir de 2019. Los torneos de clubes de la Uefa, por su parte, generaban 3.250 millones de euros justo antes de la llegada de la Covid. Ahí no se computan los ingresos extra de la nueva Conference League. Sin embargo, y aquí se encuentra una de las quejas de los tres equipos que sostienen hoy la Superliga, sólo 2.550 millones se repartieron entre los clubes participantes.