Publicidad

Las otras Superligas: del fútbol y el baloncesto en África al capital saudí y qatarí en golf y pádel

La Confederación Africana de Fútbol (CAF), junto al apoyo de la Fifa, ha sido la última en impulsar un proyecto de estas características. El baloncesto europeo fue el primero en dar el paso con la Euroliga.

Basket Africa League 2022

Más de un año después del intento de Superliga europea que removió los cimientos del mundo del fútbol, la industria del deporte ha ido experimentando con mayor o menor éxito proyectos similares en sus diferentes disciplinas. Si bien, no todos parten con la idea de competición cerrada y gestionada por los clubes, se trata de nuevas competiciones que amenazan la posición de dominio de las ya existentes y de las federaciones u organismos que las sustentan. ¿El trasfondo? La exigencia de más dinero por parte de los protagonistas, sean clubes o atletas, y los recursos ilimitados de países que ven en el deporte una gran plataforma de lavado de imagen y poder geopolítico.

El origen de todas estas iniciativas surge de la influencia de las grandes ligas estadounidenses: NBA, NFL, MLB y NHL. Estas competiciones, gestionadas como ligas cerradas, se han convertido en el mejor ejemplo de cómo sacar el máximo rendimiento al producto y de estabilidad para las inversiones que muchos empresarios asumen al comprar un equipo. Sin ir más lejos, la NBA acaba de superar por primera vez los 10.000 millones de dólares (9.786 millones de euros) de facturación, una cifra cercana a los 11.000 millones de dólares (10.765 millones de euros) previstos para la MLB. En ambos casos, lejos de la liga de fútbol americano que logró facturar 18.000 millones de dólares (17.615 millones de euros) en 2021.

En Europa, la primera en dar el paso fue la Euroliga de baloncesto. La competición, presidida por Jordi Bertomeu, se creó a principios de siglo como vía de escape de la gestión de Fiba Europa y la idea de que este deporte sólo sería viable a nivel de clubes apostando por un formato internacional que blinde a las grandes potencias. Con el paso de las temporadas ha ido alterando su formato de tal manera que en 2016 anunció que se convertía en una liga europea. Es decir, todos los clubes pasaron a competir con el resto, mismo formato que el utilizado en las ligas domésticas.

Su negocio se ha triplicado desde 2014-2015 y la principal competición europea de baloncesto podría alcanzar los 100 millones en facturación en el próximo curso, según informó 2Playbook. De hecho, la previsión para 2022-2023 es que sus ingresos crezcan un 15% interanual. Además, tras perder un 30% de las ventas el primer año de la pandemia, en el que se canceló la competición, logró rebotar en 2020-2021 y superar la facturación de 2018-2019.

La Euroliga ha triplicado su negocio desde la 2014-2015 y podría alcanzar los 100 millones en facturación en el próximo curso

A ello se le suma haber logrado transformar una organización en desarrollo, en una competición profesional de la mano de los clubes bajo un formato de licencias semicerrado mediante la sociedad Euroleague Commercial Assets (ECA). La Federación Internacional de Baloncesto quiso replicar este modelo en el continente africano aliándose con la NBA. Así surgió la Basketball Africa League (BAL), que iba a disputar su primera edición en 2020, pero se retrasó un año a causa de la pandemia.

La liga norteamericana de baloncesto creó una sociedad valorada en 1.000 millones de dólares (978 millones de euros) para dirigir la competición. Esta no solo cuenta con capital propio, sino que se apoya en empresarios privados para desarrollar y explotar su negocio. La Fiba ha replicado el modelo en el continente asiático con la nueva East Asia Super League, que arrancará el próximo octubre con ocho equipos del continente que se clasifican a través de sus ligas domésticas. En este caso, el proyecto no cuenta con el apoyo de la NBA, pero sí con exjugadores y otras personalidades de la liga.

En el mundo del fútbol, quien lleva la delantera es la Superliga de África. La Confederación Africana de Fútbol (CAF) anunció a principios de julio la creación de esta competición en un formato semicerrado y con una dotación de 100 millones de dólares (98,3 millones de euros). Un torneo que supondría una amenaza frontal contra la ya existente CAF Champions League, que agrupa a 40 equipos de todo el continente. La competición, que cuenta con el apoyo de Gianni Infantino, presidente de la Fifa, prevé dar plaza fija a 20 clubes, los que considere más potentes de la región, a los que se añadirían cuatro más cada año, clasificados vía torneos regionales.

De hecho, el presidente del organismo rector del fútbol mundial ha prometido una inversión de 1.000 millones de euros para la construcción de un estadio de primer nivel en cada una de las 54 federaciones de la CAF. Para dar luz verde a la competición, cada una de las federaciones nacionales del continente percibirá un millón de dólares (983.000 euros).

En Brasil, principal mercado futbolístico del continente americano, a finales de año se comenzó a fraguar la creación de una nueva competición que aspire a ser más lucrativa y competitiva que el Brasileirao actual. La iniciativa cogió peso de la mano de un fondo de inversión compuesto por empresarios estadounidenses y brasileños, que estaría dispuesto a invertir hasta 1.000 millones de dólares (983 millones de euros) en el proyecto.

El objetivo es lanzar la competición en 2023, para ello cuenta con el apoyo directo de Rick Parry, el primer director general de la Premier League y actual presidente de la English Football League (EFL), además de antiguos ejecutivos de Espn o con el cofundador de Relevent Sport, Charles Stillitano.

En el mundo del golf, la creación del LIV Golf ha dividido a la disciplina en su primera edición. Este nuevo circuito ha puesto en jaque el dominio del PGA Tour con hasta 255 millones de euros en premios y con financiación de capital saudí. Una inversión que ha provocado un cisma en el PGA Tour y que ha dividido a los golfistas profesionales. Para 2023 ya han anunciado que repartirán hasta 400 millones en premios, ahondando en la disyuntiva entre los golfistas que quieren el máximo de dinero posible mientras jueguen y aquellos que ven un one-off en la jugada del país del Golfo que puede amenazar la estructura que ha promovido históricamente el profesionalismo más allá de las estrellas.

El pádel ha vivido una situación similar con la creación de Premier Padel. Este nuevo circuito internacional, impulsado por la Federación Internacional (FIP), el sindicato de jugadores y el fondo de inversión del dueño y presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, amenaza con ocupar el espacio de World Padel Tour. Sin embargo, el contrato de exclusividad de WPT con los jugadores hasta 2023 y el derecho de tanteo por parte de la gestora española que dirige Mario Hernando son algunas de las bazas con las que cuenta para no perder el pulso por la explotación del principal circuito de pádel. Especialmente, tras la inversión de más de 40 millones de euros que ha realizado Damm desde que rescató el torneo en 2014 para acelerar su profesionalización cuando aún no era un deporte al alza.

 

De la Super Cup en rugby a la falta de consenso en hockey patines

En el deporte del balón oval hay una larga experiencia en Superligas creadas por los clubes de las principales potencias. Desde la competición de clubes de mayor nivel del mundo, el Superugby, que incorpora a los mejores conjuntos de Nueva Zelanda, Fiyi y Australia, y hasta el 2020 de Sudáfrica, Argentina y Japón; hasta la Heineken Champions Cup europea que en 2014 experimentó un cambio de manos en la organización tras las negociaciones con los clubes.

A ellas hay que sumarle la Super Cup creada en 2021 por Rugby Europe y que cuenta con los Castilla y Leon Iberians como uno de los ocho fundadores, una franquicia conformada por integrantes del VRAC, El Salvador y el Universidad de Burgos. ¿El objetivo? Recortar, paulatinamente, la brecha entre las grandes potencias y el resto del rugby europeo.

En hockey sobre patines 2022 ha supuesto un punto de inflexión en la organización de las competiciones europeas. Un grupo de clubes conformado por el FC Barcelona, el Reus Deportiu, el CE Noia y el HC Liceo de A Coruña, además de otros clubes portugueses, amenazaron con crear su propia competición. Descontentos con el formato de la Champions y por la falta de profesionalización decidieron no inscribirse para la edición de este año. Tras no alcanzar ningún acuerdo con ellos la federación europea de hockey decidió, finalmente, cancelar la competición.

Publicidad

Publicidad

¡Únete a la conversación!
Hazte del Club2P tú también y únete a la conversación