El mercado de traspasos siempre ha sido un enorme efecto dominó, pero jamás las fichas cayeron tan lentamente hasta el último día, en el que todo se aceleró con giros inesperados y rocambolescos que frenaron en seco a medianoche.Para poder inscribir jugadores se necesitaba hacer hueco y dar salida a otros futbolistas, excepto en la Premier League, que un año más se ha erigido en el gran dinamizador del mercado junto al Paris Saint-Germain (PSG). Y eso que sólo se movieron aproximadamente 3.000 millones de euros en traspasos, un nuevo ajuste del 16% respecto al verano de 2020. Adelgazar plantilla o morir en el intento de mantener la competitividad sin alimentar la deuda hasta que se recuperen los ingresos.
Cesiones con opciones de compra obligatoria o no el próximo año, cartas de libertad y renovaciones para reestructurar salarios han predominado en las cinco grandes ligas, necesitadas de aligerar el coste de plantilla ante la evidencia ya asumida de que la recuperación de los ingresos no será tan rápida como algunos esperaban. A las restricciones de aforo que aún existen en muchos países, se le une los ajustes en los presupuestos de marketing de muchas marcas y los problemas para reactivar negocios como los museos.
Los movimientos en el mercado han revelado que los clubes que sí cuentan con el respaldo de grandes accionistas o directamente estados han podido operar ya casi a niveles previos a la pandemia, con el añadido de que el control económico en sus países es mucho más liviano que el de LaLiga. No hay que olvidar que entre los clubes de las cinco grandes ligas perdieron más de 2.200 millones en 2019-2020, una situación que los expertos anticiparon que se agravaría en 2020-2021.
Ante esta situación, y los pocos ejemplos de futbolistas que han renunciando a parte de su salario, el foco de muchos ha sido aligerar equipaje. Especialmente en LaLiga, donde más de un 70% de los equipos tenía excedido el límite de gasto. El Barça, que necesitaba un ajuste de más de 300 millones para encauzar su futuro, renunció a retener a Leo Messi, paso previo a que los cuatro capitanes hayan aceptado una rebaja salarial que ronda el 25% para este año, así como diferir parte del resto de su contrato.
Muchas de estas operaciones se han realizado con la lógica de que mejor asegurar el ahorro a uno o dos años que evitar decisiones que deportivamente no puedan entenderse. La Juventus, por ejemplo, ha asumido una pérdida de 15 millones con la salida de Cristiano Ronaldo, pero se ha ahorrado más de 40 millones brutos en el corto plazo en términos de salarios.
La consigna, pues, ha sido liberar gasto en nóminas o renegociar las cantidades fijas con ampliaciones de contrato. Ha sido un verano de reajustar escaleras salariales dentro de los vestuarios, pensando en que la normalidad está más en 2025 que en 2021 excepto en el PSG, donde su actuación este verano ha evidenciado que el objetivo pasa por un último intento de ganar la Champions League antes del Mundial de Qatar 2022.
“Los clubes-estado son tan peligrosos para el ecosistema del fútbol como la Superliga. Fuimos críticos con la Superliga porque destruye el fútbol europeo y somos igual de críticos con el PSG. Pérdidas Covid de más de 300 millones, ingresos de televisión en Francia con caídas del 40%; ¿y más de 500 millones en salarios? Insostenible”, se quejaba amargamente Javier Tebas, presidente de LaLiga, que con la entrada de CVC en su negocio se reservó una bala para que todos los clubes dispusieran de mayor margen para reforzar sus plantillas. Eso sí, con quince días para acelerar las negociaciones con jugadores y clubes, pues el acuerdo se firmó a mediados de mes.
Al Real Madrid se le resistió la llegada de Kylian Mbappé ofertando hasta 200 millones de euros. En condiciones normales, cualquier otro club habría vendido ante la evidencia de que en enero el futbolista será libre para negociar su futuro. Y esa carta la han jugado muchos futbolistas desde el estallido de la pandemia, sabedores de que las primas de fichaje les permitirían cambiar de camiseta sin ver reducido sus emolumentos. Así llegó Alaba al Madrid, pero también Memphis Depay o Eric García al Barça.
Aun así, los movimientos desde la Premier League auguran un regreso más pronto que tarde a los traspasos millonarios. De entrada, los ingleses han gastado 1.352,9 millones de euros este verano, sólo un 5,3% menos que en la ventana de 2020 y con más de una operación por encima de los 80 millones. La Bundesliga incluso subió su inversión, un 14,5%, hasta 416,7 millones que le permitieron superar a LaLiga.
El campeonato español, el que cuenta con una estructura de propiedad más débil en términos de potencial económico de los accionistas, se quedó como la quinta de las cinco grandes ligas en términos de gasto, con 293 millones, un 30,3% menos, según los datos recopilados por Transfermarkt.
El campeonato español ya venía de un 2020 de operar bajo mínimos, y en esta ocasión incluso se quedó por detrás de la Ligue-1 (384,4 millones, un 18,3% menos) y la Serie A (549,7 millones, un 38% menos). Eso sí, LaLiga es la segunda en términos de saldo neto inversor, con un déficit de 63 millones, frente al saldo negativo de 709 millones de la Premier. Los alemanes son los únicos que ingresaron más de lo que gastaron, con 37,6 millones.
A partir de aquí, la sensación de muchos ejecutivos es que no se han podido hacer todos los deberes que había y habrá que esperar al mercado de invierno para rematar la faena, sobre todo en cuanto a liberación de salarios. Más difícil, y especialmente paciencia que exigirá, es colocar a futbolistas que dejen un pellizco en las arcas y ayuden a equilibrar las cuentas de 2021-2022, porque esa ha sido la prioridad de la inmensa mayoría en un mercado en el que, por primera vez, primó la lógica económica sobre la deportiva.