Presupuestos a la baja, silencio en las gradas y show virtual en el salón de casa. Así plantean la Euroliga y los clubes la Final Four más extraña de la historia de la competición europea de baloncesto, que, tras la cancelación de la pasada temporada, vuelve a disputarse. El desafío de salvar el negocio de un torneo que en la era pre-Covid llegó a mover 60 millones de euros. El Lanxess Arena de Colonia, que debía albergar la cita con 14.210 espectadores, disputará la final a cuatro sin presencia de público, pero convirtiéndose en el plató televisivo de un evento que podrá seguirse en 180 países.
Lejos queda la última edición pre-pandemia, en la que Vitoria y Álava abrazaron un impacto económico de 56 millones de euros por organizar la final a cuatro de la Euroliga. Fue un 12% más que en la edición del año anterior en Belgrado, y hasta un 64% más que en Estambul 2017. Este año el impacto en Colonia será mínimo, pues sólo se desplazarán el staff de los cuatro equipos participantes y el personal imprescindible de la Euroliga.
Los fans locales y los del resto del mundo tendrán que seguir los partidos de la misma manera: a través de la televisión y los dispositivos móviles y, por primera vez, mediante realidad virtual. A través de Stubhub, proveedor para la venta de entradas de la Euroliga, los fans podrán adquirir un pase virtual previo pago de 15 euros para ver los encuentros seleccionando ellos mismos las cámaras que deseen. Quienes dispongan de gafas de realidad virtual, podrán seleccionar una experiencia inmersiva.
Esta edición marca un precedente que, en un futuro, podría generar ingresos adicionales a la competición si se empaquetan o venden las emisiones a un precio más elevado a cambio de ofrecer una retransmisión inmersiva. De este modo, se podría acercar al fan de cualquier país al pabellón sin salir de casa, y vivir el partido como si estuviera sentado a pie de pista, aunque en realidad lo esté siguiendo a miles de kilómetros de distancia.
El negocio audiovisual es la principal línea de ingresos de la Euroliga; antes de la pandemia generaba más de un 60% de su facturación
La Euroliga no ha dado a conocer cuál es el presupuesto que requiere una edición de la Final Four sin aficionados en las gradas, pero poder finalizar el torneo íntegramente le ha garantizado mantener los ingresos audiovisuales, que antes de la pandemia representaban un 62,3% de su facturación. El 26,3% restante lo aportaban los patrocinadores, un pool que sí ha crecido pese a la Covid-19, con la continuidad de Turkish Airlines como espónsor principal, la incorporación de los neumáticos BKT como socio premium, las pizzerías Domino’s o la renovación de Siesta, Tadim y Dafabet en Asia.
“En estos tiempos tan complicados, el número de patrocinadores sigue creciendo y también lo hace su dedicación y confianza en nuestro proyecto”, ha afirmado esta semana Jordi Bertomeu, presidente de la Euroliga. Son aportaciones clave para posibilitar un reparto económico entre los clubes que antes de empezar esta temporada se situaba en 37 millones de euros. “Hemos logrado nuestro principal objetivo, que era mantener la integridad de nuestra competición”, afirmaba Bertomeu, tras ver como los ingresos de la Euroliga caían un 30% por la cancelación de la pasada campaña.
Pero, ¿qué presupuestos manejan los cuatro semifinalistas del torneo? El FC Barcelona vuelve a ser el club con mayor presupuesto de toda la Euroliga, con una previsión de gasto en plantilla deportiva de 34,1 millones de euros, por los 29,2 millones que pagó en sueldos y salarios a los jugadores y staff deportivo el año anterior. El importe hubiera sido mayor si no se hubiera pactado una rebaja del 70% durante los meses en que las competiciones estuvieron paralizadas. Eso sí, el club asumió unas pérdidas de 28,2 millones de euros por el equipo de baloncesto, un importe en línea con el previsto para este año.
Su rival en semis, el Olimpia Milano, ha incrementado su presupuesto en los últimos cinco años gracias a Giorgio Armani, su mecenas y garante de un club que, según L’Equipe, el año pasado tuvo un presupuesto de 31 millones de euros. Por debajo estuvo el otro semifinalista, Anadolu Efes, con 24 millones de euros. Eso sí, Alper Yilmaz, director general del equipo turco, admitió hace un año que se barajaba una reducción del presupuesto de entre un 30% y un 40% para 2020-2021. De haberse confirmado esta caída, el presupuesto para este año se situaría en 17 millones en el mejor de los casos.
Su rival en la lucha por llegar a la final es el CSKA de Moscú, que tradicionalmente ha sido uno de los equipos con más presupuesto del torneo, junto al Real Madrid y el Barça. Su presidente, Andrei Vatutin, apuntó a una caída del 25% en el presupuesto, que de confirmarse situaría el budget del equipo moscovita en torno a 30 millones de euros. En total, sobre el parquet del Lanxess Arena habrá más de 110 millones de euros compitiendo por alzarse campeón.
El prize money depende de lo potentes que es el mercado en el que opera cada equipo (market pool, que supone un 79%) y también del rendimiento deportivo (sports pool, que representa un 21%), es decir, del número de partidos ganados durante toda la temporada, de modo que el FC Barcelona, como campeón de la fase regular, podría facturar 1,5 millones a través de la Euroliga. El CSKA, por su parte, no alcanzaría los 900.000 euros, por los 750.000 euros del Efes y los 650.000 euros del Olimpia Milano, según el periodista Roi Cohen.