El Sevilla FC ha tirado de estrategia, en este caso contable, para poder mantener la rentabilidad del proyecto por octavo año consecutivo y preservar el reparto de dividendos. El club hispalense cerró 2019-2020 con un beneficio neto de 1,18 millones de euros gracias a la liberación de provisiones por 9,4 millones y la contabilización de toda la actividad de la temporada, incluida la que se tuvo que trasladar a julio, con un impacto favorable de 11,65 millones. Ahí ha visto tarjeta amarilla EY en forma de salvedad a unas cuentas que muestran una facturación total de 217,8 millones.
Estos son los dos apuntes contables se explican que el club haya podido presentar estas ganancias y no unas pérdidas de 20 millones de euros. Y en ambos casos se trata de una explicación puramente contable, pues hace referencia al modo en el que se han registrado los ingresos correspondientes a los partidos de 2019-2020 disputados en julio y la liberación de la mayor parte de provisiones que en su día se realizaron para cubrirse ante las inspecciones de Hacienda sobre la tributación de los pagos a intermediarios.
En lo que se refiere al primer punto, la dirección decidió contabilizar todos los ingresos y gastos correspondientes al último ejercicio, aunque se produjeran más allá del 30 de junio tras el abrupto final de curso. El criterio de devengo le habría obligado a trasladar una parte a 2020-2021, y el auditor EY advierte que “este registro contable no es conforme al marco normativo de información financiera que resulta de aplicación”. Salvedad que probablemente traerá cola en el actual contexto de pugna por el control del club entre los dos grandes bloques accionariales.
Este hecho va en contra de la confección del presupuesto de este ejercicio, aún más incierto en términos de ingresos porque aún se desconoce cuándo podrá regresar el público a los estadios. Aun así, la dirección sostiene que “el grado de incertidumbre […] es reducido” porque ya parten de una previsión por ticketing ajusta a la realidad.
El Sevilla FC repartirá 413.868 euros en dividendos, tras esquivar pérdidas de 20 millones con liberación de provisiones y contabilizando ingresos de julio
De hecho, se prevé una mejora de apenas el 5% en el negocio ordinario gracias a su clasificación para la Champions League, donde los ingresos pueden triplicar a los de Europa League, hasta 159,4 millones de euros, mientras que las plusvalías por traspasos serán un tercio de las de 2019-2020, con 21,16 millones, ante un mercado deprimido y una renovada apuesta por retener al talento.
Los detalles del negocio en el año del confinamiento
Regresando a 2019-2020, la primera temporada impactada por la Covid-19, la cifra de negocio del conjunto hispalense mejoró un 7,3%, hasta 145,27 millones de euros. La principal fuente de ingresos continúa siendo la televisión, que aportó 82,65 millones (+2,7% interanual), un avance moderado en línea con el del área comercial, que generó un 0,9% más y llegó a 17,91 millones de euros. En el resto de los ingresos de explotación, donde más del 50% corresponde al cobro por cesiones, también hubo estabilidad.
Ahora bien, el mayor crecimiento fue en la partida de competiciones, que se disparó un 52% y alcanzó los 36,6 millones de euros gracias a los premios de Uefa en un año en el que volvió a ganar la Europa League. Estos cobros (34,7 millones) compensaron la caída de la venta de entradas en taquilla y el impacto en la devolución de abonos, que explica el desplome del 38% en ingresos por este tipo de cuotas, hasta 8,11 millones de euros.
A toda esta actividad recurrente la acompañó una operativa considerada extraordinaria, pero que el director general deportivo, Ramón Rodríguez Monchi, ha logrado sistematizar: los ingresos por venta de futbolistas, que generaron 65,43 millones de euros, un 21,2% más.
Parte de ese dinero se reinvierte siempre en la confección de una plantilla más competitiva que el año anterior y, unido a los premios por el triunfo en la Europa League, explican la subida del 16% en salarios deportivos, hasta 107,5 millones de euros. La apuesta por dar un salto de calidad también se hizo notar en las amortizaciones de inmovilizado, que se dispararon un 39,5%, hasta 65,26 millones. Entre nóminas y fichajes, la masa salarial equivalió al 117% de la cifra de negocio y el 78% de toda la facturación.
No sólo subieron los costes de personal deportivo, sino que las retribuciones del personal de oficinas se dispararon un 46,2%, hasta 16,9 millones de euros. Ello se debe a que fue el primer ejercicio en el que el consejo de administración cobró por sus funciones ejecutivos, con pagos por un total de 2,07 millones de euros. El incremento habría sido mayor de no ser por los acuerdos con los futbolistas para reducir sus nóminas durante el estado de alarma y la aplicación de un expediente de regulación temporal de empleo (Erte).
Pese a todos estos ajustes y sacrificios solicitados al personal, el consejo de administración ha decidido no renunciar al reparto de dividendos. Esta vez, la entidad propondrá repartir cuatro euros por acción, con un importe total de 413.868 euros destinados a este fin. “Los resultados financieros, de signo positivo, reflejan la sólida posición financiera de la sociedad”, se escuda la dirección.
Y eso que la deuda neta se disparó, pasando de 23,62 millones negativa (le debían y tenían en caja más de lo que debía pagar), a unos compromiso pendientes por 46,19 millones de euros. Los pasivos a largo plazo se triplicaron, hasta 70,25 millones, mientras que los pagos a corto plazo se duplicaron, hasta 87,29 millones. Por el contrario, la posición de tesorería bajó un 20,7% y se situó en 47,58 millones, a los que hay que añadir 63,77 millones que debía cobrar de otros clubes, el doble que un año antes.
