Vender para reinvertir y seguir compitiendo, y así la rueda ha girado durante años en el Sevilla FC: ocho años consecutivos en beneficios en los que ha levantado cuatro Europa Leagues. Pero llegó la pandemia, el pinchazo en el mercado de fichajes y un obstáculo enorme para que esa política continuara siendo efectiva. El club cerró 2020-2021 con unas pérdidas de 41,35 millones de euros, las más altas de su historia, tras salvar el beneficio de 2019-2020 con un apunte contable al liberar provisiones. Sus movimientos este verano en el mercado claramente apuntan hacia un intento de amarrar rápidamente el break even en 2021-2022.
Es el mismo objetivo que se marcó para el curso más duro de la pandemia, pero su previsión de gasto se quedó muy por debajo de lo que acabó sucediendo, y eso que la facturación acompañó. La cifra de negocio se disparó un 18%, hasta 170,71 millones de euros, gracias a que la clasificación para la Champions League compensó el dejar a cero los ingresos por taquilla y abonados. Según la dirección, se han perdido 27 millones por las consecuencias de la crisis sanitaria.
Sin embargo, y ahí está el desvío que explica las fuertes pérdidas, el coste de la plantilla deportiva inscribible debía rebajarse drásticamente, hasta 125 millones, y finalmente subió incluso respecto a 2019-2020, hasta 178,9 millones de euros entre salarios (115,4 millones) y amortizaciones de fichajes (63,5 millones).
El consejo presidido por José Castro defiende este giro al guion inicial por la necesidad de “mejorar la capacidad” del primer equipo, que amarró la cuarta plaza para volver a disputar la Champions League, un hito necesario para tratar de neutralizar la fuerte caída de los ingresos por traspasos, tras dos veranos en los que el mercado internacional se ha instalado en la “depresión”. El valor contable de la plantilla subió un 11%, hasta 165,2 millones.
Frente a una media de 50 millones por este concepto en los últimos siete años, en 2020-2021 se quedó en solo 16,93 millones de euros. Y a eso se suma el poco dinero que dejaron las cesiones remuneradas, que explican que los otros ingresos de explotación retrocedieran un 61%, pasando de 7,1 millones a 2,7 millones de euros.
El presupuesto para la temporada en curso contempla una subida de la cifra de negocio del 11,4%, hasta 189,53 millones de euros, previsiblemente por mayores ingresos por taquilla, y algo en televisión y comercial; a eso se le suman 34,8 millones ya garantizados por traspasos con las salidas de Bryan Gil, Arana, Sergi Gómez, cesiones y otros variables de salidas anteriores. El resultado neto sería de unos pocos euros.
¿Se cumplirá? “El grado de incertidumbre de los ingresos presupuestados para el ejercicio 2021-2022 es reducido, siempre y cuando los efectos de la Covid-19 se atenúen con respecto a los sufridos en el pasado ejercicio”, sostiene el consejo de administración.
Muestra de la importancia de clasificarse para la Champions es lo sucedido en 2020-2021: los pagos de Uefa se doblaron respecto a Europa League, situando los ingresos por competiciones en 70,63 millones de euros. Suficiente para absorber los 3 millones que solían generarse por ticketing y los más de 13 millones por abonados, si bien esta partida ya se hundió a 8,1 millones en 2019-2020 por las devoluciones tras el cierre de estadios. En 2020-2021 apenas percibió 155.000 euros de sus socios por la cuota anual.
Los ingresos por televisión se mantuvieron estables en 82,6 millones y la factura comercial sólo bajó un 3%, hasta 17,3 millones, frente al “alza de los mismos que, sin duda, hubiera tenido lugar en circunstancias normales”. Esta temporada se ha decidido crear la dirección general de negocio y poner al frente a Jorge Paradela, ex alto cargo de Heineken, tras completar el reposicionamiento de la marca Sevilla FC. Antes de la salida de Ramón Loarte, se dejaron atadas la llegada de Castore como socio técnico a partir de 2022-2023, como adelantó 2Playbook, y la entrada de la fintech Naga como patrocinador principal tras el veto del Gobierno al juego online.
Ante esta situación, lo cierto es que el club al menos mantuvo la contención en el gasto, si bien no lo redujo como se había propuesto. El gasto total en salarios subió un 7%, hasta 133 millones, mientras que las amortizaciones de inmovilizado fueron un 3% superiores, con 67,4 millones. Por el contrario, los demás gastos de explotación se rebajaron un 14% interanual, hasta 24,6 millones.
Solidez patrimonial y deuda neta al alza
Pese al duro golpe contable, los 41,4 millones de pérdidas de 2020-2021 no han provocado que los fondos propios pasen a ser negativos como en otros casos. El club cerró el último ejercicio con un patrimonio neto de 56,5 millones de euros gracias a los excedentes generados en las temporadas anteriores. No obstante, ese agujero entre ingresos y gastos se comió prácticamente toda la caja, que pasó de 47,58 millones a 5,6 millones de euros.
También se incrementó de forma importante la deuda neta, que se disparó un 91% y alcanzó los 88,26 millones de euros; de este importe, unos 70 millones deben pagarse este mismo año. Los compromisos totales ascendían a 129,7 millones, pero estos se ven aminorados con la tesorería disponible y los 35,84 millones de euros pendientes de cobrar por traspasos, según el sistema de cálculo de LaLiga.
Ante esta situación, tampoco es de extrañar que el Sevilla FC sea uno de los 39 equipos de LaLiga que han votado a favor de la operación con CVC. El conjunto hispalense recibirá una cuantía superior a los 100 millones de euros, con la que podrá refinanciar una parte de la deuda, ganar algo más de límite salarial y, sobre todo, que el impacto de la Covid-19 no trastoque en exceso los planes patrimoniales.
La dirección explica en la memoria que en los últimos meses ha asumido compromisos firmes de compra por 9,3 millones, todos relacionados con el “proceso de renovación, mejora y ampliación de sus instalaciones”. Sólo la ampliación y modernización de la ciudad deportiva tiene un presupuesto de más de 20 millones de euros.
“La inversión en la ciudad deportiva ha sufrido una ralentización que esperemos sea de un año. Sin Covid-19, estaríamos trabajando ya en la primera fase del proyecto, que es la que utilizará el primer equipo. Me comprometo a que no más tarde de finales de 2021 tendremos iniciadas ya las obras de la primera fase”, explicó el pasado noviembre su director general, José María Cruz.
Cuando la reforma esté finalizada, el complejo deportivo ocupará una superficie total de 260.000 metros cuadrados, de los que 60.000 metros se reservarán a la actividad del primer equipo y se habilitará un hub corporativo al que trasladar a sus más de 500 trabajadores. Esta zona estará compuesta por tres campos de entrenamiento, gimnasio, vestuarios, centro médico, comedor y una especie de hotel con cuarenta habitaciones y zonas comunes de ocio. Por su parte, la cantera dispondrá de hasta ocho campos de fútbol, tres de césped artificial y cinco de césped natural.
Asimismo, el estadio Ramón Sánchez Pizjuán aumentará su capacidad en los próximos años hasta los 60.000 espectadores, si bien aquí los cálculos sobre el coste final son más inciertos. “Hemos tenido la opción de irnos al estadio olímpico de Sevilla o de hacer un estadio nuevo en la misma parcela que ocupamos u otra localización. Sin embargo, creemos que lo mejor es rehabilitar lo que tenemos y, si podemos, ampliar el estadio”, destacó Cruz en ese mismo encuentro.