El Benfica vuelve a números rojos tras siete temporadas en positivo. El club portugués cerró 2020-2021 con unas pérdidas de 17,4 millones de euros, el agujero más importante de la última década y que contrasta con un beneficio neto de 41,7 millones de euros en 2019-2020, según ha comunicado la entidad a la comunidad inversora.
La principal razón de este golpe es la caída de los ingresos, que fueron un 33% inferiores a los del ejercicio anterior y se situaron en 94 millones de euros. La dirección lo atribuye al hecho de no haber alcanzado la fase de grupos de la Champions League, unido al impacto provocado por la pandemia en los ingresos por taquilla.
De hecho, el equipo de fútbol sólo percibió 65,7 millones de euros por sus derechos de televisión y 27,9 millones más por el área comercial. Por eso, como ya sucedió en el año anterior, las plusvalías por traspasos aportaron mucho más negocio que la actividad recurrente, con 100 millones de euros.
“El impacto negativo en el resultado fue parcialmente compensado por el efecto positivo de las operaciones con transacciones de derechos de deportistas”, corrobora la entidad, que sólo con la venta de Rúben Dias al Manchester City obtuvo 66,4 millones de euros.
Pese al previsible descenso de los ingresos, el club no pudo contener el gasto al mismo ritmo, e incluso gastó más en personal, con un alza del 13,3%, hasta 97,1 millones de euros. Las amortizaciones por la compra de futbolistas se dispararon un 31,3%, hasta 52,2 millones, si bien entra dentro de la operativa de un Benfica que basa sus sostenibilidad en la constante circulación de jugadores.