El FC Barcelona prepara un plan de choque tras el colapso que sufrió el área de ticketing con motivo del partido de Europa League contra el Eintracht de Frankfurt. La junta directiva presidida por Joan Laporta asume la máxima responsabilidad, si bien se ha descargado de culpa por cómo más de 30.000 alemanes acabaron en las gradas del Camp Nou. Y, tras un primer análisis de lo sucedido, en las próximas semanas llegarán importantes cambios en la gestión de este negocio, que antes de la pandemia suponía unos ingresos de más de 72 millones de euros por temporada. De entrada, la posible retirada del abono por un bajo uso.

El punto de partida es claro: “Se registraron más de 27.201 peticiones de compra desde Alemania y el sistema se desbordó”, ha relatado el presidente, Joan Laporta, quien ha asumido que “los mecanismos de control fueran superados e ineficientes”; de hecho, ese colapso no se supo ver hasta después del encuentro. “Con el sistema actual, una vez se vende la entrada perdemos el control y que haya una trazabilidad de esa entrada”, ha argumentado Lluís Venteo, responsable de seguridad del Barça, como una de las medidas que quieren implantar.

En total, el pasado jueves asistieron 79.468 personas al partido, dejando una recaudación de 3,6 millones de euros. De estos asistentes, 37.746 fueron abonados del club -7.000 se estiman que fueron alemanes-, mientras que 34.435 fueron entradas vendidas por el Barça, incluyendo aquí las 5.000 reservadas para la afición visitante. A eso se añaden 1.290 pases VIP -el 45% fueron alemanes-, 2.425 invitaciones y los 3.572 acreditados para la operativa del encuentro.

Tampoco ayudó el club alemán, al que el dirigente ha reprochado que en las reuniones previas no advirtió que miles de los aficionados que vendrían a Barcelona sí tenían una entrada. Y a eso tampoco ayudó la actitud de algunos socios, a los que Laporta ya ha anunciado que se expedientará si prueban las irregularidades que intuyen que se produjeron.

El presidente ha cifrado en torno a 7.400 el número de socios que actuaron de forma irregular, comprando entradas aprovechando los descuentos para después revenderlas; también estiman que unos 7.000 abonados revendieron. “Salían a 22 euros y acabaron en manos de alemanes; sabemos quiénes son, porque para comprar debían incluir su clave de socio”, ha recordado, sin aclarar si sólo actuarán por la vía disciplinaria o la legal. También se revisará el rol de los touroperadores, que comercializaron 3.670 entradas. A uno de ellos, PU Corporate Hospitality, se le ha rescindido el contrato por “una mala praxis”, ha avanzado el directivo responsable del área de marketing, Juli Guiu.

En cuanto a la relación con los abonados, Laporta ha anunciado que se abrirá una profunda reflexión sobre su figura. La anterior junta directiva cifró en 18.000 el número de personas que ni acuden al Camp Nou ni liberan su asiento, y hoy el presidente ha abierto esa horquilla a entre 15.000 y 20.000 culers en función del día. A todos ellos, se plantea aplicarles un ratio mínimo de asistencia o cesión para poder mantener la condición de abonado.

“Los estatutos nos lo permiten, porque la definición del abono es clara: es la cesión por una temporada de un derecho de uso”, ha advertido. Es una medida que no entrará en vigor de forma inmediata, pues es algo que “se tiene que hacer de temporada a temporada”. El objetivo es incentivar la asistencia al máximo, si bien aún no se ha definido qué número de partidos sería el mínimo exigible y cómo conviviría eso con la cesión del asiento.

En este aspecto, el club ha anunciado que trabaja para que el Seient Lliure únicamente funcione entre socios. Es decir, que las entradas liberadas por los abonados, que son unas 27.000 por encuentro, se pongan inicialmente a disposición de otros socios con unas condiciones económicas específicas. Esto aplicaría a partir de 2022-2023, pues esta temporada quedó suspendida la opción de liberar el asiento a causa de la pandemia.