Salvo un giro inesperado de los acontecimientos, algo frecuente en una industria como la del fútbol, Leo Messi no volverá a ponerse la camiseta del FC Barcelona. Tras meses de negociaciones en busca de un acuerdo que adecuara el salario del delantero a la situación actual del club, las dos partes han comunicado hoy que se pone punto y final a más de dos décadas de relación. “Obstáculos económicos y estructurales”, indica el Barça, en referencia explícita a las normas de control económico de LaLiga. Partida de mus en la que los blaugranas ya han lanzado su órdago.
La posibilidad de que Messi no continúe en el Barça es cierta, como también lo es que la entidad presidida por Joan Laporta no ha sido capaz de ejecutar la reestructuración de la plantilla que exigía la situación para adecuar los contratos firmados por Josep Maria Bartomeu a la situación actual. Ahora bien, el comunicado de hoy apunta a ser parte de la ofensiva lanzada por Barça y Real Madrid sobre LaLiga a cuenta del acuerdo con CVC y los intentos infructuosos de conseguir una mayor flexibilidad de la competición en materia salarial.
Fuentes de la organización que preside Javier Tebas indican a 2Playbook que no van a aceptar ningún pulso mediático y que el fair play financiero no contemplará excepciones para un club. El negocio audiovisual y comercial de LaLiga resistió a la salida de Cristiano Ronaldo y consideran que podrá hacerlo nuevamente. De hecho, los grandes contratos están firmados a largo y no incluyen cláusulas sobre la presencia o no de determinados jugadores, y en el tender nacional no pesa tanto la presencia o no de Messi.
De hecho, en muchos círculos ya se interpretaba como un balón de oxígeno de Tebas a Joan Laporta el acuerdo con CVC, que para el Barça supodría en torno a 270 millones de euros, de los que 40 millones irían destinados a límite salarial. Regalo envenenado, se interpreta desde el Camp Nou, en tanto que supondría ligarse por 40 años a la competición nacional cuando hoy defienden la apuesta por la Superliga.
Muestra de que el extraño anuncio, por las formas, de la salida de Messi puede formar parte de una partida mucho más amplia es el comunicado posterior del club. Dos horas después, ha seguidos los pasos del Real Madrid y ha criticado la operación LaLiga Impulso. En concreto, y aunque no amenaza con acciones legales como los blancos, denuncia que es “inapropiado la firma de un contrato de medio siglo ante las incertidumbres que siempre rodean el mundo del fútbol”.
Pero pongamos el foco en el problema real del Barça: la masa salarial. El club destinó 436 millones de euros al pago de salarios deportivos en 2019-2020, a los que se añadieron 174 millones adicionales en amortizaciones por fichajes; en total, 610 millones de euros, muy por encima de lo que hoy pueden permitirse las arcas blaugranas. Para hacernos una idea, ese importe prácticamente dobla el límite salarial que LaLiga le autorizó para 2020-2021.
Y el problema para el Barça es que su situación dista mucho de poder recuperar a un volumen de negocio pre-pandemia, especialmente tras el acuerdo del Gobierno con las comunidades autónomas para limitar inicialmente al 40% el aforo en los estadios. Esto puede llevarse por delante más de 70 millones de ingresos por matchday, que es lo que se perdió durante 2019-2020 por este concepto cuando en marzo cerraron los estadios. Pero, sobre todo, hace casi imposible los 170 millones de media que desde 2017-2018 se promediaron en plusvalías por traspasos, aunque se realizaran a última hora. Y ahí está uno de los grandes problemas.
Al problema de ingresos se le añade uno de gasto, pues el ajuste que necesita el Barça sólo puede lograrse por la vía de los salarios deportivos. La razón no es otra que el fuerte rally inversor que impuso Bartomeu tras la salida de Neymar, que ya hizo que las amortizaciones por fichajes alcanzaran una cifra récord en 2020-2021 con 186,3 millones; este año, la hipoteca heredada se situará en 177,5 millones, casi la mitad o más del techo de gasto que le puede exigir LaLiga. Aquí no hay margen de maniobra y es un gasto que sí o sí figurará en las cuentas.
De ahí que las negociaciones con Messi se hubieran centrado esencialmente en su salario de los próximos años, con una fórmula que rebajaba su nómina en un 50% mientras fuera futbolista del primer equipo, importe a recuperar en el futuro como empleado del Barça. Eso suponía rebajar la factura en 50 millones de euros, mucho, pero insuficiente para llegar a cumplir con el límite salarial de LaLiga, sí, pero también para afianzar una viabilidad en entredicho durante los dos años de pandemia.
La hipotética no continuidad de Messi dejaría la partida de salarios deportivos en torno a 330 millones de euros, que sumados a las amortizaciones dejarían la masa salarial en 507,5 millones. Insuficiente para cuadrar las cuentas del club. De hecho, el recorte a la retribución de Messi debía venir acompañado de un ajuste adicional entre los principales jugadores del primer equipo que aún no se ha producido. Pero aquí, nuevamente, el planteamiento siempre fue el del diferimiento de los cobros a través de ampliaciones de contrato, una situación muy distinta a la del Real Madrid, que en los dos años pandémicos logró rebajas salariales del 10%, frenó las incorporaciones y cerró 2019-2020 y 2020-2021 en beneficios.
¿Cómo afectará un Barça sin Messi en su negocio comercial?
La complejidad de la operación es mucho mayor en tanto que no sólo es una cuestión de cuánto ahorra el club, sino de potencialmente cuánto puede dejar de ingresar por la ausencia del 10. Otras de las consecuencias directas, y rápidas, del anuncio del Barça tienen relación con su negocio comercial, donde también se debiera incluir al matchday. El no acuerdo entre club y futbolista llega en el peor momento posible para la entidad blaugrana, que tiene que negociar el patrocinio principal para 2022 y no vive su mejor momento en su histórica alianza con Nike.
En plena campaña electoral, sin embargo, Laporta aseguró que el objetivo del Barça era incrementar los ingresos por patrocinio un 50% en los próximos tres años, hasta alcanzar una cifra cercana a los 250 millones de euros. Hasta 35 categorías de producto están sin vender y la nueva directiva tenía identificadas al menos tres compañías potenciales con las que firmar para cada una de ellas. Resta ahora saber si estas opciones se mantendrían sin Messi en plantilla.
En el caso del main sponsor, Rakuten ya renovó con el equipo masculino sin gran convencimiento: una temporada -hasta junio de 2022- y con una rebaja del 45%. En esta labor el nuevo director comercial del club, Jordi Camps, no podrá tocar la puerta de las casas de apuestas, salvador de muchas frontales de camiseta, y en un escenario post-Covid de conservadurismo por parte de las marcas que habitualmente patrocinan al deporte. Sin Messi, este contrato podría devaluarse.
Tampoco quien fabrica las camisetas azulgranas se encuentra muy satisfecho con el club. Nike y el Barça han vivido tensiones en los últimos años de presidencia de Josep Maria Bartomeu. Actualmente, el acuerdo con el gigante del retail es el más importante, pues su contrato está valorado en 105 millones al año (entre pagos, material deportivo e inversión publicitaria) y es pieza clave en el negocio de retail, que en 2019-2020 aportó 54,4 millones de euros al negocio azulgrana.
El impacto de la Covid-19 en esta parcela ha sido notable, con una reducción de las ventas del 21%. Si el 80-90% de las camisetas que vendía el club -antes de la pandemia- se decantaban por la del 10 argentino, ¿cómo afectará esto en la rentabilidad del acuerdo Barça-Nike? Decenas de variables entrarán en escena a partir de ahora en el área del merchandising, un negocio de 60 millones de euros en la última temporada sin la afectación del coronavirus.
Y si se habla de camisetas y ventas de productos, el turismo ocupa un espacio capital. En la actual situación post-padnemia, en la que la afluencia de visitantes a Barcelona sigue sin recuperar cierta normalidad, con el permiso de asistencia a los estadios que tendrá un crecimiento paulatino este curso… Perder el aliciente de ver a Leo Messi tendrá a buen seguro impacto en las ventas de hospitality, y demás negocio relacionado con el matchday. Esta pata del business blaugrana, que es quien más lo ha padecido del fútbol europeo, le aportaba 93,7 millones hasta que llegó la pandemia.