Joan Laporta está de vuelta. Se unió a última hora a la carrera electoral por la presidencia del FC Barcelona, y llegó antes que nadie a meta. El expresidente del club, entre 2003 y 2010, retorna a la llotja del Camp Nou para “devolver la alegría al barcelonismo”, tras el chasco de las elecciones de 2015 -en las que perdió ante su predecesor, Josep Maria Bartomeu-, y con la apuesta por un modelo que primará la Masía sin ignorar la audiencia global del club.

Su derrota hace seis años no le quitó las ganas de volver a Laporta. Este abogado de profesión, que cumplirá 59 años en junio, ha versado su discurso en estas elecciones en la vuelta a su modelo de gestión y gobernanza del club. Un modelo que resultó exitoso con dos Champions League, 59 títulos oficiales en total contando todas las secciones de la entidad, y que también generó un crecimiento del club fuera de los terrenos de juego.

Durante su mandato se duplicó el presupuesto anual del Barça, de 170 a 405 millones de euros, y la masa social creció hasta los 173.701 socios, un 64% más que cuando accedió a la presidencia. Asimismo, Laporta, que ganó en 2003 al candidato favorito por buena parte de las encuestas, Lluís Bassat, significó la entrada en la gestión del club de una joven generación de ejecutivos y empresarios que trataron de renovar el Barça.

En los primeros años de la nueva junta se trabajó notablemente las áreas económica -con Xavier Sala i Martin al frente- y social, con el objetivo de incrementar los ingresos, hacer crecer la marca Barça en todo el mundo. Además, en este camino, Laporta expulsó a los radicales del campo y firmó un histórico acuerdo con Unicef.

En la era Laporta se ganaron 59 títulos y se duplicó el presupuesto hasta 405 millones

La ya famosa palabra valors comenzó a replicarse durante su mandato, y que después han mantenido sus sucesores en el cargo. En ese ámbito, el presidente potenció el catalanismo, pero con una mira mucho más amplia y universal gracias al acuerdo con la organización humanitaria.

En 2006 fue reelegido presidente, siendo el único de los precandidatos que pasó el corte y contando con un amplio apoyo social. Acababa de conquistar la segunda Champions League de la historia del club, tras la de 1992, con Frank Rikjaard en el banquillo y con Ronaldinho, a quien había fichado al inicio de su mandato, como máxima estrella. El brasileño ganó el balón de oro.

Tras un par de temporadas discretas y con problemas internos en el vestuario, Laporta decidió prescindir del técnico neerlandés y apostar por un entrenador sin apenas bagaje: Pep Guardiola. El de Santpedor acababa de devolver al filial a Segunda División B, y en este clima, un grupo de socios llevó a cabo un voto de censura contra la junta directiva de Laporta.

Ahí podía haber acabado la andadura del presidente blaugrana, pero la votación no salió adelante por muy poco: el 60,6% de los 39.389 socios que votaron se mostraron a favor del voto de censura, que con un 66,6% habría obligado, por Estatutos, a dimitir a la directiva. En ese momento, ocho directivos abandonaron la junta. Las tramas de espías y luchas internas de poder no cesaron.

Laporta salvó una moción de censura por la mínima

Un año después, Laporta y Guardiola lograron un sextete en la primera temporada con el técnico al mando (2008-2009) del primer equipo, creando el conocido como Pep Team. En aquella plantilla destacaban un jovencísimo Leo Messi, y los dos mayores talentos españoles de la Masía, Xavi Hernández y Andrés Iniesta. Los tres repetirían éxito en Europa dos años después.

Además de las dos Champions, las 4 Ligas, la Copa del Rey, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes de 2009, las secciones profesionales del Barça ganaron una Euroliga de baloncesto (2009-2010) y dos Ligas ACB; una Copa de Europa (2004-2005) y una Liga Asobal (2005-2006) de balonmano; así como cinco Copas de Europa y siete OK Ligas de hockey.

Como epílogo, tras su salida del club se conoció que Laporta, a través de su despacho -Laporta & Arbós-, cobró más de 10 millones de euros por asesorar a un empresario multimillonario de Uzbekistán, Miradil Djalalov, durante su presidencia. En este sentido, el Barça facturó tres millones de euros por el alquiler de sus instalaciones durante cuatro días para que el Barça jugara dos partidos amistosos en el Miniestadi contra el Budyonkor, club que era propiedad de Djalalov. Un ejemplo más de que los finales de legislatura de los presidentes del Barça no son siempre muestra de éxito. ¿Será esta vez distinto?